Porfín está a punto de comenzar la mejor etapa de todo el año: el verano, dos meses de relax para los que todavía son estudiantes, pero no así para la mayoría de las personas ocupadas que no tienen tiempo de darse tanta paja física, mental y espiritual, porque hay que ser sinceros: dos meses (y más) haciendo nada, es demasiado incluso para un vago como yo.
Es por eso que haciendo los últimos ajustes para dar por terminado un semestre, que en lo personal no me dejó muy conforme, vuelvo este fin de mes a desempolvar la guitarra y a tomar un clásico cursito de verano, pa' ver si así al fin pueda sacarme más temas que el Smeels Like Teen Spirit o la intro del Back In Black, que son hasta ahora gran parte de mis pocos logros en el divino instrumento, además de mis infaltables experimentos con los acordes, y eso que guitarra he tenido toda la vida.
Ya tomé un curso de verano hace dos años y que lamentablemente no quedó en nada, porque cuando no se ven logros uno piensa que está tirando la plata y que solito, "con pasión" va a aprender a tocar bien, al estilo de los grandes que fueron sus propios maestros y a la vez discípulos, PERO NO ES ASÍ. No siempre está la auto disposición para si quiera sacar la guitarra del estuche y tocar al menos una hora diaria, en mi caso personal la toco media hora cada dos semanas como mucho y hace años que parece un adorno más de mi pieza, en una esquina, detrás del amplificador.
Ahora las cosas puede que sean distintas, decidí tomar una clase personalizada dos veces a la semana y con un capo instrumentista, profesor, compositor y músico de escuelas de rock: Felipe Bonaro. Afortunadamente no van a ser clases particulares, ya que me cargan, sino una clínica completa de aquí a marzo donde también van a actuar de aprendices-nerds, dos amigos: el Marcelo Palma y su hermano Hector. No hay garantías de que al fin aprenda a tocar bien, ni mucho menos que me convierta en un Alejandro Silva (eso ni aunque naciera de nuevo), pero por lo menos ya va a ser más difícil hacerme el weón y dejar que la flojera me venza frente al duelo con las seis cuerdas.
El desafío para mí es grande, ya que estoy bien viejote pa' pretender tocar la rax del día a la noche, además de que ya no fue así hace cinco años cuando me compre mi primera guitarra eléctrica (una Washburn X-20) y porque simplemente al igual que el buen pianista, el buen guitarrista aprende desde chico, existiendo por supuesto claras excepciones, y es que de todas maneras la práctica hace al maestro, idea de la que pienso aferrarme una vez más, aunque para alcanzar un nivel respetable o al menos decente, tenga que practicar dia, tarde y noche.
Si hay progresos, ya lo sabrán, pero el desafío al menos vuelve a estar presente. Nunca es tarde para mejorar ni empezar de nuevo.
RESPECT
1 comentario:
Usted dele ajajajaja yo lo intentare con la acustica regresando de Venezuela, abrazototote y besototote
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