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sábado, 24 de febrero de 2018

Reencuentro, emociones y heavy metal: Así fue la segunda noche de Europe en Chile (Gran Arena Monticello 23/02/2018)


Europe, los adorables suecos del hair metal ochentero han sido desde siempre una de mis bandas favoritas, a la par de Queen, Thin Lizzy, Led Zeppelin, KISS, Black Sabbath, Rainbow, Scorpions, Heart... conjuntos de los cuales se ciñó la diadema en la generación posterior, capitaneando una industria por entonces millonaria, que tuvo en Quiet Riot, Def Leppard, Bon Jovi, Mötley Crüe y Guns N' Roses la arquitectura y los parámetros de sonido que dominaron por más de una década y al que se acoplaron multitud de bandas con éxitos de un sólo hit y notoriedad en extremo efímera, eso hasta el estallido del grunge y del rock alternativo a comienzos de los años '90.

Pero Europe, a diferencia de sus pares, trascendió por mucho las etiquetas, al punto que sería injusto acusarlos hoy en día de ser una banda de AOR y arena rock con pretensiones de llegar al público metalero (imputación común en los '80). Europe son ante todo una banda de hard rock y metal melódico, que sepultaron hace tiempo la nostalgia lacerante de la era de los look afeminados, en la que quedaron ateridos los Guns, los Mötley Crüe, Ratt... tampoco variaron su estilo ni culebrearon hacia el mainstream como hicieron Bon Jovi desde These Days (1995) y a quienes -desde mi punto de vista- superan ampliamente.

El gran John Norum llenó ayer la sala con virtuosos solos de sus guitarras Gibson Les Paul Standard y 
Gibson Flying V.

El concierto de ayer en Monticello, fue una segunda presentación brindada por Europe en menos de 24 horas, y en tal caso hasta el más optimista hubiera comprendido que fuera más deslucido que el de la noche anterior en la Quinta Vergara, frente a 150.000 asistentes y no menos de 150 millones de televidentes, replicados por Latinoamérica y el resto del mundo a través de la señal satelital e internet. Sin embargo no fue así, Joey Tempest y cia. nos regalaron una presentación superior a la del día anterior, en un recinto más íntimo, con un setlist más amplio y pensada en el sentido de la gira Walk The Earth, así como en sus seguidores inmediatos.

El único punto bajo de la noche -y que gracias a la pronta intervención de los sonidistas, pasó a ser un simple detalle- fueron pequeños lapsus en tres canciones, donde el sonido perdió profundidad. En la velada sonaron canciones de War Of Kings (2015), Last Look At Eden (2009), las puntas de lanza del nuevo álbum Walk The Earth (2017) y clásicos perpetuos de Wings Of Tomorrow (1984), Out Of This World (1988) y -era que no- The Final Countdown (1986), seguidos a todo pulmón por una audiencia cuyas edades oscilan entre los sesenta y veinte años. Yo, en mis 34, no fui consciente de la mítica presentación de Europe en la QV el año 1990, pero nací en medio de estos sonidos que coparon una década y estimularon mi inconsciente a la evolución natural del metalero.


Europe al completo

Loas a Joey Tempest por ser uno de los mejores vocalistas de todos los tiempos, su voz templada y a la par potente, es digna heredera del sitial de los aún vigentes Phil Mogg (UFO) y Klaus Meine (Scorpions), como también de Freddie Mercury y Ronnie James Dio, aunque sabemos de sobra que el mayor de sus referentes fue el afro-irlandés Phil Lynott (Thin Lizzy), a quienes los Europe dedicaron el tema y el videoclip de "Hero" en 2004. John Norum quien ayer cumplía sus 54 años -y fue celebrado por el público con el cántico correspondiente- es un digno sucesor de excelsos violeros como Gary Moore, Scott Gorham y Michael Schenker; los matices blueseros que tantea en su discografía solista, así como en algunos álbumes grabados con Europe en el nuevo milenio, decantan en ese sentido y anoche no escatimó en dar buenas muestras.

Otro tanto puede decirse de Mic Michaeli, uno de los tecladistas más consagrados del rock. Sus interventos aportan el toque progresivo y neoclásico preciso que hacen de Europe una banda elegante, en la hábil dirección de grupos ulteriores -y discípulos naturales suyos- como Stratovarius, Avantasia, Rhapsody Of Fire, Sonata Arctica o Angra, rechazados por una cierta cohorte de metaleros que consideran que el rock pesado ha ser música anti-estética, grotesca, satánica y hasta de mal gusto, allá ellos.

Joey agregando riffs a la pócima

Como buena maquinaria nórdica, la banda apareció en escena a la hora acordada: 10 menos 15 de la noche, tronando las épicas y rainbownianas "Walk The Earth" que da nombre a su última placa y "The Siege", perteneciente al mismo álbum. Irrumpían seguido los riffs de "Rock The Night" trasladándonos a la era del glam metal, con todos aquellos clisés que hoy resuenan a gloria. "rock now, rock the night... 'Til early in the morning light": el coro imperecedero de un rockanrol tan vital como el "Rock & Roll All Nite" de KISS, el "I Wanna Rock" de Twisted Sister, el "We Rock" de Dio o el "We Will Rock You" de Queen.

En cuarto lugar vino "Last Look At Eden" que da nombre al elepé del 2009 (en mi humilde opinión el mejor álbum de Europe desde The Final Countdown). Esta, otra pieza de metal melódico y épico en la que el sonido Europe se conteja más al de secuelas como Dream Evil (banda también sueca, cuyo vocalista: Niklas Isfeldt, es un verdadero clon de Joey Tempest); demás está decir que a esas alturas el público estaba ya absolutamente rendido al encanto de esos cuatro vikingos cincuentones.

John Levén y Joey Tempest, los dos miembros más antiguos de la banda.

"GTO" y "Turn To Dust" nos volvieron a la órbita de Walk The Earth, buenos y nuevos temas de un álbum que a cualquier metalhead con algo de bagaje en el género le recordará -probablemente- más al sonido de conjuntos como Cornerstone, Empire y Warrior, que al de los propios Europe (lo que ilustra que los músicos ya no tienen el mismo ímpetu que en sus '20, '30 o '40, pero si un mayor y desbordante virtuosismo). Nuevo guiño a los clásicos de siempre con "Superstitious" y la esperadísima y aclamada "Carrie", prologada sublímemente por Mic Michaeli.

Quien niegue haberse emocionado alguna vez con "Carrie", probablemente mienta o no tenga sangre en las venas: una balada AOR simplemente perfecta, que por mucho que pasen las décadas sigue inserta en el inconsciente colectivo. Ayer vi lágrimas,  parejas recientes y matrimonios de treinta o veinte años (porque sus hijos de esa edad estaban al lado) fuertemente ceñidos. Es lo que logra la buena música: unir en sentimiento, afianzar en el recuerdo.

Ian Haugland ejecutando el gran solo

A continuación de "Carrie" lo que siguió fue un tremendo solo de batería de Ian Haughland al son de la Overtura de Guillermo Tell (composición del gran Rossini), performance que la banda ha venido realizando en los conciertos desde hace varios años, pero que no incluyó la noche anterior en Viña. Le siguió "Scream Of Anger", clasicazo de su segundo álbum Wings Of Tomorrow (1984), de la era anterior a Final Countdown cuando Europe apuntaba más a ser una banda de heavy metal -en la tradición de la NWOBHM- que de AOR/hair metal radiable.

La bella "Sign Of The Times" con una tremenda atmósfera de teclados de Mic Michaeli decantó en la solitaria "Vasastan" de John Norum, entreverada con referencias a David Gilmour (Pink Floyd) y un algo de Gary Moore. Vinieron luego las deep purpelianas "War Of Kings" y "Hole In My Pocket", pertenecientes al álbum War Of Kings del 2015 y donde Michaeli se luce tocando al estilo de Jon Lord.

Open Your Heart

Acústica en mano, Joey Tempest comienza a interpretar los primeros acordes de "Open Your Heart", otra maravillosa y muy esperada balada AOR, al estilo "Carrie" y que desató las mismas emociones en los presentes. "Ready Or Not" (canción digna de Survivor) allanó el camino a "Cherokee", otro pedazo de clásico (mi canción favorita de Europe) perteneciente al Final Countdown, que con danza chamánica de Tempest -a lo Jim Morrison o Ian Atsbury- incluida, anunciaba el fin de la velada tras 16 canciones. Fue desde luego "The Final Countdown" el masterpiece encargado del cierre, coreada a todo pulmón por la fanaticada.

A fines del 2010 -en el Caupolicán- fue la primera vez que vi tocar en vivo a Europe, constatando que esa magia transmitida en varios de sus directos, que conservo en DVD no está editada. Europe es una banda que roza la perfección y posee de sobra todas las virtudes de un grupo de cámara o de la música docta, no en vano llevan a cuestas el nombre del viejo continente, haciendo carne la excelencia que ello conlleva. El buen rock no morirá jamás.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Black Sabbath: Un Final con sabor a Eternidad (Estadio Nacional 19/11/16)


Tal como atestigua este blog desde hace casi diez años, el rock pesado es mucho más que un simple género musical. Para nosotros -los sempiternos metaleros- es la matriz cinética de nuestra cultura, sus riffs son los mantras de nuestra liturgia y grupos como Black Sabbath las instituciones referenciales de un sonido que trascendió las décadas, eludió las modas y que sólo será abatido por la vejez o la muerte de sus artífices.

Tras el epígrafe "The End", la banda pionera del heavy metal fue despedida en Chile por 60.000 asistentes en un Estadio Nacional invadido de una nube de poleras negras que entre bengalas, humo de ganja, headbanging y otras manifestaciones de sectarismo metalero peregrinó desde todos los rincones del país para loar por última vez a los apóstoles de una religión global que compite en lealtades con cualquiera de los dogmatismos tradicionales.


Precursores de la movida stoner chilena, el trío Yajaira precalentó a la audiencia a eso de las 18:00 hrs con una buena dósis de rock sabbátesco declamando clásicos de su repertorio como "Dámelo", "Abre el Camino" e "Indecisión". Sin duda, una buena apuesta para enaltecer al metal nacional y emulsionar a pocas horas de la presentación de Black Sabbath la batería de música envasada que -cosa típica de los conciertos de rock pesado en Chile- estuvo animada por canciones del AC/DC setentero.

En lo personal, me hubiera gustado ver sobre ese mismo escenario a Weichafe, opinión compartida por varios de los presentes, cuyo respeto y admiración por el conjunto nuñoíno se plasmó en al menos una decena de camisetas con el logo de la banda que se desplazaron por el perímetro de mi tribuna, en el sector Pacífico Golden.


Tras una presentación digna y potente, bien recibida además por el público, Yajaira asfaltó el escenario para los verdaderos teloneros de la noche: el grupo (revival) de hard rock zeppeliano Rival Sons.

Originarios del sudeste de California, la banda conformada por Jay Buchanan (vocalista), Scott Holiday (guitarra y coros), Dave Beste (bajo y coros), Mike Miley (batería) y Todd Ögren-Brooks (teclados) demostró sobradamente porqué es uno de los grupos más ovacionados del rock actual, al punto de ser considerados número de apertura en la gira final de Sabbath.


Si previo a esta presentación no era un gran seguidor de Rival Sons, admito que desde hoy comenzaré a decantarme por su discografía.

Paradójicamente, parece ser que el futuro del hard rock no está en reinventarlo, sino en revisitarlo. Testimonio de ello es el renombre alcanzado por grupos como Wolfmother, The Answer, The Winery Dogs y los propios Rival Sons, cuyos fundamentos musicales radican en el proto-metal de los '70 y en el caudal de emociones del rock clásico que no hace distinción entre mosh o baladas.


A punta de riffs gruesos y tempos de blues que recuerdan -por partes iguales- a Led Zeppelin y The White Stripes, Rival Sons engancharon fuerte con la audiencia que a eso de las 19:30 comenzaba a llenar la cancha del Nacional.

"Electric Man", "Torture", "Get What's Coming" o la más reciente "Keep On Swinging" fueron las puntas de lanza de un setlist que no se extendería por más de una hora.


La buena música siempre se agradece y Rival Sons, pese a no ser (directamente) un grupo de la línea de Black Sabbath ni tampoco demasiado conocidos por buena parte de los asistentes, se retiraron floreados del escenario a las 20:30 hrs.

Pero la jornada sería larga y objeto de todas las ansiedades el heavy metal de los originarios de Birmigham se daría nuevamente cita con su incondicional público nacional (tres a cuatro generaciones), que aún conserva en la retina y plasmada en el corazón la espléndida presentación de Heaven & Hell del 8 de mayo del 2009 en el Movistar Arena.


La acometida de Ozzy en el escenario a la hora acordada, un arsenal de luces y efectos psicodélicos en las pantallas y la campanada de riffs himnópticos del himno "Black Sabbath" sucitaron el trance hacia el año 1970, dando inicio a una retrospectiva posada sobre la primera década del conjunto.

A la siga de "Black Sabbath" continuaron "Fairies Wear Boots" (álbum Paranoid, 1970), "After Forever" (Master Of Reality, 1971) e "Into The Void" (MOR, 1971) con la modorra propia del doom metal, capaz de mesmerizar tu mente como el más agudo LSD.


Anunciando sin tapujos que el siguiente tema trataba sobre la cocaína, arremeten los riffs de "Snowblind" (Vol. 4, 1972), uno de los primeros hitos de polémica en torno a la música de Sabbath. Luego vendrían "War Pigs" (Paranoid, 1970) y el que es mi tema favorito de la banda "Behind The Wall Of Sleep" (Black Sabbath, 1970) concluído por un espléndido y demoniaco solo del maestro de maestros Tony Iommi.

Con una lucida sesión de bajo, Geezer Buttler da pie a "N.I.B." (Black Sabbath, 1970) clásico que acopla toques de psicodelia, doom y funk en un registro coreado a partir de sus "Oh yeah...". La instrumental "Rat Salad" (Paranoid, 1970) fue subterfugio perfecto para que el batero Tommy Cufletos rematara en un pasmoso solo, demostrando de que fibra está hecho.


Cufletos, a quien tuvimos oportunidad de ver por primera vez en marzo del 2011 en el Movistar Arena, como novel miembro en la renovada banda de Ozzy Osbourne, es hoy toda una eminencia tras los tarros y su estilo lejos de declinar frente al legado de Bill Ward, aporta gran vitalidad al sonido Sabbath.

No menos puede decirse de la contribución del gran Adam Wakeman en los teclados. Hijo del ilustre Rick Wakeman (miembro de los progresivos Yes), el virtusoso "Wako" genera desde su sintetizador Korg Triton las atmósferas siniestras que escoltan la voz de Ozzy.


El último tercio del concierto fue pautado por los clásicos "Hand Of Doom" (Paranoid, 1970), "Iron Man" (Paranoid, 1970), "Dirty Women" (Technical Ectasy, 1976) y "Children Of The Grave" (Master Of Reality, 1971), inyectando algunas cuotas más de dinamismo a una presentación en general letárgica.

Tras la clausura temporal, la vital "Paranoid" (1970) despidió una presentación memorable en su género que lejos de ser recordada como el cierre de un ciclo o el final de la historia de una gran banda ante su fieles sudamericanos, quedará plasmada como una captura de eternidad "...just a picture, an image caught in time..." habría sentenciado el inmortal Ronnie James Dio.


Pese a que no inventaron la rueda, Black Sabbath son el mayor pilar en la historia del heavy metal, su sonido e influencia es reconocible en lo más variados géneros y grupos (familiarizados o no directamente con el metal), siendo esencial -por ejemplo- en los primeros álbumes de Queen y Rush, en el punk flemático y pesado de Black Flag, Wipers, Flipper o D.R.I., en la música alternativa de Killing Joke o en el grunge de Nirvana, Melvins, Soundgarden, Alice In Chains y un largo etcétera.

Una banda que ha dado tanto por el rock sin habérselo jamás propuesto y cuyos principales frontman (Ozzy y Dio) pese a sus diferencias de carácter y distintas capacidades musicales, mantuvieron siempre una posición de humildad y lealtad ante el espíritu de clase obrera que encarna el metal, será por siempre señalada como ícono de una subcultura que trasciende lo propiamente musical.


La Religión del Rock Pesado no podía hacerse menos presente en esta despedida que sin pretender sonar cursis no es vista por nosotros como "el final" sino como un hasta siempre. 

Black Sabbath are the Eternal Idols.

"BLACK SABBATH"

sábado, 28 de mayo de 2016

El hard rock azotó Santiago: grandes presentaciones de S.O.T.O. y The Winery Dogs en el Teatro Cariola


A casi un año de la añorada presentación de los bostonianos Extreme sobre el mismo proscenio, el concierto de ayer en el Teatro Cariola fue una muestra más que extraordinaria de la buena salud y porvenir que esbozan el hard rock y el metal clásico en nuestro país.

Recinto lleno, galería completa y tres de cuatro palcos habilitados. A las 7:30 ingresamos al viejo local de San Diego para abrirnos espacio cerca del escenario, nos encontramos de lleno con un mar de camisetas de The Winery Dogs con las que apenas contrastaban aislados logos de Dream Theater, Metallica, AC/DC, Iron Maiden, KISS, Rush, Motörhead, Black Sabbath o mi polera de Queen. Camino señalado para la superbanda de Richie Kotzen, plato fuerte de la noche.

Pero el entremés, de más está decirlo, no eran simples teloneros y en mi caso -que esperé durante años ver en vivo a su vocalista, a quien considero uno de los míticos en la historia del hard rock/metal- fueron de hecho la primera opción: S.O.T.O. irrumpieron en el escenario cerca de las 20:30 con un setlist que incluye canciones de sus dos discos, sumando varias sorpresas gratificantes.


Refundados como proyecto independiente en el 2014, S.O.T.O. son la culminación de la marca, del estilo y de la enorme trayectoria del cantante Jeff Scott Soto, quien como señalé anteriormente es uno de los grandes íconos del hard rock y del metal clásico. Un rockero infatigable y apasionado por su música, como pocos van quedando en la actualidad.

Saltó a la fama de la mano de Yngwie Malmsteen a mediado de los '80, repitió la fórmula con el guitarrista alemán Axel Rudi Pell en los '90 e hizo una próspera carrera propia, liderando los conjuntos Talisman, Eyes, Takara, Human Clay, Humaninal, Soul SirkUS y W.E.T., junto a músicos consagrados. Voló además tan alto como sus sueños al ser vocalista de Journey en el 2006, posterior a la retirada de Steve Augeri y tributar a Queen con colores propios en el 2003 y el 2012 junto al proyecto Queen Extravaganza, convidado por Brian May y Roger Taylor.


Quienes tengan algo más de edad y sólo un poco de buena memoria, evocarán algunas canciones que marcaron historia en la voz de Jeff Scott Soto, inolvidables para mi generación: "Biker Mice From Mars" (1993), canción de la serie animada Motoratones de Marte o la más popular: "Stand Up", punta de lanza del filme Rockstar del año 2001, protagonizado por Mark Wahlberg. 

Una cita pendiente, sin duda, es la que nos reunió al fin el pasado viernes con Scott Soto y su banda de contertulios, la que incluye por lo demás al superlativo shredder español Jorge Salán que electrificó la atmósfera con sus formidables solos. Los brasileños Edu Cominato (batería) y BJ (guitarra rítimica) son otros dos soldados que tocan con Soto desde hace años, completando el combo el raudo bajista David Z, músico de soporte -años atrás- de la banda de Joan Jett.


A diferencia de los anteriores discos solistas del cantante (medio camino entre el hard rock melódico, el AOR y el hair metal), S.O.T.O. son decididamente una banda metalera, lo cual denotan desde el comienzo con "Freak Show", "Wrath", "Weight Of The World", "The Fall" y "Cyber Masquerade", ramillete de canciones ad hoc para calentar el mosh pit.

Tibios al principio, el público de The Winery Dogs comenzó a contagiarse con el groove de S.O.T.O. al cabo del tercer o cuarto tema y hasta coreó al cantante en baladas como "When I'm Older" y sobretodo en la clásica "I'll Be Waiting" (de su época con Talisman), temazo con el que sellaron el último tercio del concierto, radiografía al legado musical de Jeff Scott Soto.


"I'm The Viking" e "I'll See The Light Tonight" de la era Rising Force con Yngwie Malmsteen, imprimieron un timbre épico a la noche, seguido de un jugueteo entre los músicos, aprovechado por Scott Soto para presentar a la banda y culminar con un gracioso "...and I am George Michael" que sacó varias carcajadas y unas lineas de "Wake Me Up..." en el bajo de David Z, quien también interpretó la intro de "Beat It" con moonwalk incluído.

Edu Cominato hizo lo propio con el "Were Gonna Take It" de Twisted Sister desde los tarros y el guitarrista BJ se la jugó con un fragmento a capella del "Don't Stop Believin' " de Jorney. El infaltable "We Will Rock You" de Queen y el himno metálico de Steel Dragon: "Stand Up", voceado por toda la audiencia, cerraron la velada y Scott Soto (que ha entrado de lleno en sus 50) no se fue sin antes regalarnos dos hermosos falsetes. A esta alturas del concierto muchos ya nos dábamos por pagados.


Pocos minutos después de la bajada de telón de S.O.T.O., a eso de las 22:20, aparecieron sobre el escenario The Winery Dogs rockeando a tope con "Oblivion", el primer corte de su segundo álbum Hot Streak del 2015. La reacción fue inmediata, la manada (cauta hasta la presentación de S.O.T.O.) comenzó a presionar hacia delante en un típico ritual de empujones y saltos.

Un contexto totalmente distinto al vivido en la última presentación de Richie Kotzen en 2014 (en Viña) junto a su conjunto solista: en el ambiente íntimo y placentero de la discoteque OVO, con un repertorio cargado además al sonido del blues, del soul y a las grandes baladas del guitarrista.


Pero esto no se trataba únicamente de Richie Kotzen (otro de mis músicos predilectos), sino de The Winery Dogs, uno de los revivals de hard rock (setentero) más importantes de la última década. La máxima era rockear y así lo hicieron "Captain Love", "We Are One", "How Long", "Hot Streak", "War Machine" y "Empire" fueron la oferta de entrada que animó al mar humano en el sector cancha.

Los primeros acordes de "Think It Over", con Kotzen pasando de la guitarra al piano calmaron un poco la virulencia, seguido de un solo de Mike Portnoy a quien le quedó chica la batería y comenzó a baquetar en los parlantes, en el equipo de grabación y en todo lo que se pilló por delante. Billy Sheehan no se quedó atrás, desplegando un fenomenal solo de bajo a continuación de la muy esperada "The Other Side".

En resúmen, The Winery Dogs son mucho más que una buena banda de rock, son una experiencia que compacta emoción, sonido y mucha técnica en un menú exquisito que fusiona el blues-rock con el hard rock, aderezo de matices funk y un aura de prog setentero. Si a esto agregamos el más puro groove de Jeff Scott Soto y su banda, se tiene por resultado uno de los mejores conciertos en lo que va del año.

jueves, 1 de octubre de 2015

Y el show sí debía continuar... El increíble concierto de Queen y Adam Lambert en Chile


Queen es mucho más que mi banda favorita, es la banda sonora de mi vida; música que me acompaña todo el tiempo, desde mi vieja colección en discos compactos, al popurrí de pistas en mp3 que escucho a diario y a todo volume en la radio de mi auto, a través de la nube digital, en el celular, etcétera. Simplemente no imagino mi vida sin las muchas alegrías y las grandes cuotas de energía que me aportan sus clásicos, de una diversidad musical maravillosa que inició en los lejanos años '70 fusionando el art rock con el heavy metal, para luego evolucionar hacia estílos más mainstream, conservando siempre sus potentes melodías, la escencia de rock duro y una elegancia propia de los grandes conjuntos británicos. 

Tras la muerte de Mercury, no cualquiera puede calzar sus zapatos, y bien lo sabe de sobra Paul Rodgers, que acompañó el retorno de la banda entre 2005 y 2009, sin lograr la aceptación de los fans eternos, quienes como yo tampoco vieron con buenos ojos la incorporación de Lambert en 2012; un "wekereke" cualquiera, salido de un programa de talentos (Operación Triunfo) y que además es un artista pop. Pues bien, afortunadamente Brian y Roger supieron mirar mucho más alto que sus fans y esta vez no se equivocaron: Adam Lambert nos cerró la boca a muchos y el concierto de ayer -cierre de gira- vino a confirmar su desbordante potencial y carisma, muy cercano al de Freddie Mercury. Pese a que su voz no es gran cosa, su empoderamiento sobre el escenario, su capacidad de amoldarse a los diversos matices de la parrilla queenera y su actitud de divo andrógino, lo hacen un digno merecedor de su posición actual, al frente de la banda más trascendente en la historia del rock.


A nuestra llegada al Estadio Nacional, guardamos fila durante tres horas en las medianías del famoso "pilucho" entre miles de queeneros que como nosotros lucían orgullosos sus poleras con rostros de Freddie, logotipos zodiacales de la banda, referencias a presentaciones como la de Wembley '86 o las muchas portadas de los álbumes; gente de todos los estratos sociales, amantes de todos los estílos,  familias completas, adultos mayores, padres cuarentones y sus hijos veinteañeros, menores de edad, rockeros jóvenes y pelucones, otros ya viejos y calvos, sinfín de metaleros y hasta un imitador de Freddie pasaron por mi retina, agregando color a la espera.

Pasadas las 19:00 hrs se concretó el ingreso al estadio, y a esa altura ya era previsible que no menos de 20 mil almas se reunirían esa noche en torno del escenario y sus minúsculas pantallas (nimias para un recinto de tal envergadura). Pese a nuestra posición "privilegiada", en el sector VIP de cancha, la gran afluencia de fans al concierto, nos limitó en distancia a unos 14 metros del escenario, algo desalentador, pero no lo suficiente para arruinar una grata experiencia.

"Love Of My Life", fue el primer guiño de la noche a Freddie Mercury. Como en los grandes conciertos de antaño, el tema fue intepretado a dúo entre Brian y (el recuerdo de) Freddie


A las 20:00, un fabuloso telón azul con el logotipo de la era Queen II o de A Day At Races cubrió el escenario, ahogando las pistas de The Beatles, Led Zeppelin y AC/DC que se alternaron durante varios minutos, para dar luego paso al treceavo track del álbum Made In Heaven, un buen preámbulo al concierto que comenzó pasadas las 21:00 horas de la mano de "One Vision", cuyos riffs iniciales echaron abajo el telón, poniendo al decubierto a un Adam Lambert enfundado en cuero negro (al más puro estílo gay leather), a un veterano Roger Taylor luciendo gafas oscuras y una tupida barba centrada en el mentón a lo ZZ Top y al Brian May de siempre, con su prodigia cabellera dignamente encanecida.

A la cola de "One Vision", vinieron  "Another One Bites The Dust", "Fat Bottomed Girls", "Seven Seas Of Rhye", "Killer Queen" y "Crazy Little Thing Called Love", intepretados magistralmente por Lambert, quien se empoderó por completo del escenario luego de interpretar "Killer Queen" dando rienda suelta a su androginismo en un cómico sketch, recostado y abanicánsose sobre un sofá lila a la manera de Maria Antonieta o Cleopatra. Si en los años '70 y '80, las insinuaciones sexuales de Freddie Mercury apenas bordeaban el umbral de lo hilarante, lo de Adam Lambert es sin duda mucho más grotesco y chocante, transgresión invertida, pero no del todo ajena al rock 'n' roll.

"A Kind Of Magic"

Bombástico y grandilocuente, Adam Lambert no se apoca ante la magnitud de los gigantes que tiene a su lado, y a diferencia de su anterior presentación con Paul Rodgers en 2008, Brian y Roger delegan mucho más vocal y coralmente en el estrafalario cantante, quien en un momento se dirigió al público para consultar: are you in love now?, comentando que él estaba en búsqueda del amor y que tal vez alguien del público podría consolarlo, era desde luego el prólogo introductorio a otro himno: "Somebody To Love", seguido por la primera intervención de Brian con "Love Of My Life" (cantada a dúo con el fantasma de Freddie) y su clásico '39, introducido por un comentario sobre astrólogos y observatorios chilenos y finalizado con el soporte acústico de todos los músicos del combo sobre la tarima media, incluyendo al mítico Spike Edney en los teclados.

Algo se debe comentar también sobre las otras dos nuevas incorporaciones de Queen: el bajista Neil Fairclough (quién reemplazó a Danny Miranda) y el suplementario baterista Rufus Taylor, vástago del buen Roger y muy parecido físicamente a su progenitor, en sus inicios con Queen. El primero -dueño de un look muy jazzístico- demostró su cuantía en un solo de bajo que hizo ciertos guiños a la canción "Body Language" y repitió la interacción bajo-baquetas que en 2008 Roger Taylor realizó junto a Danny Miranda en el San Carlos de Apoquindo. Por su parte Rufus, si bien limita su actuar a un segundo plano como acompañamiento en percusión, tuvo un momento destacado a mitad del concierto durante "A Kind Of Magic" -cantada por Roger- y en el duelo de baterías con su viejo, dándole duro a los tarros y recordando la energía y el aspecto no sólo de Roger en los inicios de Queen, sino también al mismísimo Taylor Hawkins de Foo Fighters.

Rufus Taylor en duelo de baterías con su progenitor


Tras los segmentos instrumentales de bajo y baterías, se reincorporan Brian May y Adam Lambert para retocar los clásicos "Under Pressure" y "I Want To Break Free", seguido  de una nueva composición de Lambert titulada "Ghost Town" a la que Brian May añadió los metálicos riffs de su Red Special, dando la impresión de tratarse de otro tema de Queen. Terminada la interpretación, se atenúan las luces y  se enfocan los reflectores sobre Adam Lambert, posicionado ya sobre la tarima media para interpretar una de las canciones más emotivas de la noche: "Who Wants To Live Forever?".

Continuó el turno de Brian y su sesión solista que combina fragmentos de "Brighton Rock", "Bijou" y "Last Horizon" para desembocar finalmente en un estruendoso "Tie Your Mother Down", el tipo de canciones en las que Lambert se nota un poco más cojo, aunque volvió rápidamente a su aire con "Don't Stop Me Now". Simplemente, fabuloso.

Cubierto por un poncho, Adam Lambert intepretó "Under Pressure"

Tal batería de clásicos y su soberbia interpretación vocal e instrumental no dió respiro alguno para esperar "los mejores temas", aunque desde luego, sabemos que Queen se despide siempre con lo más graneado de su repertorio, algo que ya era predecible a la altura que interpretaron "Radio Ga Ga", momento en que decidí guardar la cámara para sumarme a la performance del público, interactúando rítmicamente con mis ídolos musicales de toda la vida.

Mi alma metalera volvió a elevarse tras el coro introductorio de "I Want It All", que con sus potentes riffs, duro toque de batería e incendiaros solos, desterró la voz de Adam Lambert hasta perderlo de vista definitivamente. A esta altura del concierto,  sólo vinieron a mi memoria las imágenes del genial videoclip de 1988 que expone a un barbón y colérico Freddie Mercury que es la quintaescencia del cantante de hard rock, elevando su voz por sobre los decibelios. Cuánto se te extraña Freddie!

Brian ejecutando la intro de "Tie Your Mother Down"


Tras un cúmulo de emociones y recuerdos reactivados en tiempo real, la guinda de la torta se presenta bajo la forma y los acordes inciales de "Bohemian Rhapsody". Iniciada tímidamente por Lambert, pero continuada -afortundamente- por una captura de Freddie hasta el solo de Brian (vestido con un traje dorado, a la usanza de los '70) que da paso al segmento operístico, apoyado por las imágenes del mítico videoclip de 1975, luego en la sesión headbanger la voz de Lambert es apoyada con un soporte del tema original, interpretado por Mercury, con quien se remata el outro. Este mismo juego se ha venido haciendo desde 1992 en el concierto de homenaje a Freddie, primero arruinaron la canción Elton John y Axl Rose, luego lo haría Paul Rodgers y en la actualidad Adam Lambert no lo hace mucho mejor. 

Despedida temporal de los músicos y reaparecen nuevamente en escena para interpretar los últimos dos clasicazos de la noche: "We Will Rock You" y "We Are The Champions". Brian nos hace los mismos honores que en 2008, vistiendo una polera con la bandera y los colores de Chile, haciéndole contraste Adam Lambert con su coronita de plástico y un conjunto de prendas bastante glamorosas, que de seguro jamás se habría colocado Freddie, pero que tal vez volverían verdes de envidia a Gary Glitter o a Boy George.

"We Will Rock You"


23:20 horas y el concierto toca su fin con la despedida de los músicos, sincronizada -como de constumbre- con un playback de la instrumental "God Save The Queen". Sólo me resta agredecer y corear infinitamente los nombres de Brian May y Roger Taylor, pues pese a todas las críticas e incomprensión que expresó en algún momento su fanaticada más ortodoxa (me incluyo), han sido ellos los responsables por mantener viva la chispa de Queen, y esperemos que de ellos derive también la próxima generación de músicos que como Adam Lambert y Rufus Taylor (de apenas 24 años) sotengan en pie el legado y el linaje de esta espectacular banda, para algunos de nosotros tan imprescindibles como la vida misma.

domingo, 21 de junio de 2015

Extreme debutó en Chile con una generosa batería de clásicos


Pese a que descubrí la música de Extreme muchos años antes por medio de recocidos en VHS como el concierto homenaje a Freddie Mercury y la Expo Barcelona (1992), fanático de la banda sólo puedo considerarme desde el año 2002, cuando escuché por primera vez el fabuloso álbum Waiting For The Punchline (1995), cuyo fracaso comercial -en plena era del rock alternativo- fue responsable de la disolución de la banda en 1996. Posteriormente Gary Cherone sería reclutado por Van Halen en reemplazo de Sammy Hagar, pero la unión no trascendió más allá de la onceava placa del conjunto: Van Halen III, que a su vez fue también el último lanzamiento discográfico de los intérpretes de "Jump", hasta hace sólo un par de años. 

Las señales eran inequívocas: el reinado ochentero del glam metal había sido derrocado, más había algo en el WFTP que enraizaba bien con el grunge, sin que por ello la música del conjunto perdiera identidad ni esos matices funky que llevaban a un nuevo nivel las influencias de Led Zeppelin, convirtiéndolo en un álbum preciado por muchos, fuera de la matriz comercial. Para el grueso de los glamers sin embargo, la vedette no es otra que Pornograffitti (1990), álbum que a 25 años de su lanzamiento fue la razón de ser de la gira que trajo a los de Boston a presentarse ayer sábado 20 de junio por vez primera en Santiago, sobre el stage del teatro Cariola.

Nuestro arribo al sector cancha. 20:50 de la noche
Apenas tuve noticias de la visita de Extreme a nuestro país, gestioné con meses de anticipación la compra de mi entrada y si bien no fueron pocos ni menos importantes los compromisos que debí sortear para darme cita en primera fila con Gary Cherone (vocalista y frontman), Nuno Buttencourt (guitarras y piano), Pat Badger (bajo) y Kevin Figueiredo (batería); la velada supo compensar con creces.

Cherone y cia son sobrevivientes de una de las mejores camadas del rock, de la cual sus contemporáneos o terminaron muertos, rendidos al mainstream (caso de Bon Jovi) o como un "remake" patético de ellos mismos (caso de Axl Rose o Mötley Crüe).- Rasguñando ya la cincuentena, resulta increíble comprobar cuán atléticos, intensos y juveniles se mantienen los miembros del cuarteto, entre los cuales, sin duda, fue el virtuoso Nuno Buttencourt quien se llevó la mayor aclamación por parte de los metaleros y los suspiros de una disminuída audiencia femenina.

Nuno y Pat en duelo de riffs

Lamentablemente, pese al increíble nivel de los artistas que tuvimos al frente, la fabulosa jornada en el Cariola, fue opacada por un terrible e imperdonable desacierto en el sonido, donde a ratos voces e instrumentos terminaron acoplados, saturando los parlantes y produciendo intensos e inharmónicos ruidos que a más de alguno nos dejó con una aguda tinnitus, impropia hasta para los conciertos de Sepultura a los que he asistido.

A eso de las 22:15 hrs los músicos entraron en escena para dar ignición al concierto con "Decadence Dance", primera canción y single promocional del álbum Pornograffitti, luego se sumaron "Lil' Jack Horny" y "When I'm President", del mismo álbum, siguiendo en orden el tracklist original y dando cabida a los empujones de rigor, que como en todo buen concierto de rock, devuelves con gusto, agregando como matíz sus buenos codazos.

More Than Words

"Get The Funk Out" sumó aún más adrenalina a la batalla campal vivida sobre la cancha: y es que los presentes se volvieron literalmente locos, asuzados por las posturas de Gary Cherone (el Freddie Mercury de los '90), los imposíbles solos de Nuno y el demoníaco bajo de Badger, seguido a tope por los benditos brazos de Figueiredo, que con cada machacazo que daba a los tarros, te devolvía la juventud o la fe en el rock 'n' roll.

La quinta canción interpretada fue desde luego "More Than Words", aquella queenera balada que los hizo famosos en el mundo entero. Pasamos sin más de los saltos y el baile a la completa sensibilería y pese a que nos fueron requisados los encendedores a la entrada del concierto, más de alguno sacó a relucir uno desde algún bolsillo secreto. Reducida la saturación en los altavoces, la voz de Gary al fin flotaba armónica en el aire, mientras los acordes de Nuno -ejecutando su guitarra española- te acariciaban el alma.

En plan jazz interpretando "When I First Kissed You"

Finiquitado el primer entremés romántico, vinieron luego "Money (In God We Trust)", "It('s a Monster)" y "Pornograffitti" para agregar más riffs metálicos, titánicos solos y groove funky a la alocada velada capitalina. Afuera, en la calle, las bajas temperaturas de una invernal noche, paralizaba los músculos, mientras al interior del teatro, se agitaba el hervidero. 

Al ritmo del vocal jazz, "When I First Kissed You" templó un poco la algarabía, Nuno reemplazó la guitarra por el órgano, Pat hizo lo propio con un contrabajo eléctrico y Gary se vistió de Sinatra para interpretar la que es sin duda la canción más experimental del álbum Pornograffitti.


Cerraron la primera parte del concierto los temazos "Suzi (Wants Her All Day That?)", "He-Man Woman Hater", la power ballad "Song For Love" y la acústica "Hole Hearted" acoplada con el "Crazy Little Thing Called Love" de Queen (una referencia más a los británicos, su principal y más evidente influencia), concluía de este modo el ciclo Pornograffitti.

Al regreso de bambalinas, sonaron los incendiarios clásicos "Play With Me" (del álbum debút Extreme, 1989), "Rest In Peace" (III Sides to Every Story, 1992) y "Kid Ego" (1989), seguido del más reciente "Take Us Alive" (Saudades de Rock, 2008) cuyos juguetones riffs fueron aprovechados por el enérgico Cherone para montar uno de los parlantes en plan Lucky Luke. La acústico-instrumental "Midnight Express" (Waiting For The Punchline, 1995) y "Cupid's Dead" (1992) fueron dos de los temazos más esperados de la noche, que cerraron la segunda parte y final del concierto.

Gary saludando a la gallada

Un generoso reparto de uñetas y baquetas hacia las primeras dos filas de la cancha (nuestra ubicación) despidió los últimos cinco temas de la noche, acelerando la dinámica de los empujones. Tristemente no pude rescatar ninguno de aquellos souvenires, pero me conforma el hecho de haber estrechado las manos de Pat, Gary y Nuno, quienes amablemente despidieron al público pasadas las 0:30 hrs.

Tampoco olvidaré la terrible cara de Nuno quien por poco me golpea cuando pretendiendo registrar el momento en cámara estiré más de la cuenta su mano. Let my fucking fingers, fueron las palabras dedicadas por aquel dios de la guitarra a este anónimo y sudaca fan.

Midnight Express

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