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lunes, 11 de enero de 2016

El adiós de otra leyenda


Quiso el destino que dos días después de la  celebración de su cumpleaños número 69, dejase de existir ayer el gran e inigualable David Bowie, camaleón del rock y padre del glam, quien por sí solo escribió una página importantísima en la historia de la música.

Extravagante, grandilocuente, místico y andrógino, Bowie inició su carrera en la era de la psicodelia, influenciado por músicos como Elvis Presley y su compatriota Syd Barret (Pink Floyd) desarrollando un estilo complejo que hacia avanzado los '70 podía considerarse como "art rock" o más bien una combinación de elementos progresivos, folk, pop e incluso hard rock, amalgamados bajo la ficción de Ziggy Stardust.

De cara a los '80 la música dance y el punk eran los reyes de la escena, Bowie un artista de por sí experimental combinó ambos y sentó las bases hacia nuevas fórmulas musicales clasificadas bajo cuñas como la de "post-punk", "new wave" y "rock alternativo". Tocó la gloria en el concierto Live AID (1985) y grabó clásicos junto a otros legendarios como Mick Jagger y Queen. A fines de la década se une al conjunto Tin Machine, auspiciando lo que sería el sonido del rock noventoso: denso y ecléctico, en tanto su discografía solista marcharía hacia conceptos más electrónicos, destacando álbumes como Black Tie White Noise (1993), Outside (1995) y Earthling (1997).

El pasado 8 de enero, David Bowie: infatigable músico y actor, seguido y admirado por artistas tan diversos como Bernard Summer (New Order), Patti Smith, Ian Curtis (Joy División), Marilyn Manson, Debbie Harry (Blondie), Robert Smith (The Cure), Trent Reznor (Nine Inch Nails) y el dinfunto Scott Weiland (Stone Temple Pilots), realizó el lanzamiento de su 25ava placa Black Star, última pieza de una magistral historia que no podemos dejar de venerar aquí en La Religión del Rock Pesado.


sábado, 16 de mayo de 2015

Long Live Ronnie James Dio!


Una mágica coincidencia quiso que el día de hoy me levantara con ganas de escuchar uno de los clásicos más amados de mi colección de cd's: el doble disco Inferno: Last In Live (1998), ignorando que hoy precisamente se cumplen cinco años del deceso del maestro Ronnie James Dio, en mi opinión -y en la de muchos- el más grande vocalista y compositor que ha dado la historia del heavy metal y en lo personal: uno de mis tres músicos favoritos, junto con Phil Lynott y Freddie Mercury.

Será este recuerdo el que impulse un nuevo comienzo para La Religión del Rock Pesado tras muchos años de receso. Hombre carismático y humilde, Dio superó la pobreza y por medio de su arte trascendió la vida misma, enfrentándola a través de metáforas como el guerrero que encara dragones o la búsqueda de un arcoiris en medio de la oscuridad: poesía en el más profundo sentido, aplicada a un género músical que en los últimos años -lamentablemente- ha perdido referentes e identidad.

domingo, 12 de octubre de 2014

Richie Kotzen descargó pasión y groove en Viña


Que Richie Kotzen es de sobra uno de los mejores guitarristas actuales y de todos los tiempos, no es un misterio para nadie medianamente embebido en el mundo del rock. Su extendida trayectoria (iniciada con apenas 15 años en 1985), más de una veintena de discos en calidad de solista, su efímero pero contundente paso por grandes hitos del hair metal ochentero como son Poison y Mr. Big, así como sus numerosas colaboraciones con músicos del nivel y prestigio de Greg Howe, Guhtrie Govan, Stanley Clarke, Lenny White, Stevie Salas, Glenn Hughes y Gene Simmons, o su más reciente aventura músical paralela: The Winery Dogs junto a Mike Portnoy y Billy Sheehan, engloban una carrera artística y musical como pocas, llena de creatividad, reinvención y refinamiento rockero. 


Es en los pequeños escenarios donde Richie Kotzen -reconocido, pero distante del mainstream- se reencuentra con su público habitual, el mismo que hace 2 años tuvo oportunidad de verlo tocar en la Batuta y en el Centro Cultural Amanda y que en la semana que se nos va, asistió al Teatro Nescafé de las Artes (jueves 9) en Santiago o a la discoteque OVO del Casino Enjoy en Viña del Mar (sábado 11) para alcanzar el éxtasis sobre un mar de riffs, melodías, baladas, rock intimista (con aura de grunge, soul y blues), zarpadas funky, metálicos y estruendosos solos, buen fiato instrumental, y en líneas generales: una dadivosa muestra de virtuosismo y groove, imposíble de superar.

La de Viña fue -tal vez- una presentación que superó todas las espectativas. El escenario: el diminuto stage de la más célebre discoteque de la ciudad jardín, protagonista privilegiada de la vida nocturna y de los carretes del fin de semana, pero que en términos de rock era hasta ayer un escenario poco probado, salvo quizás para unas cuantas bandas tributo o para las orquestas de año nuevo. A nuestra llegada al casino, pisando las 20:30 hrs, poco hacía notar que en su interior se oficiaría un concierto; apenas unas cuantas chaquetas negras y unos pocos tipos con aretes o poleras con logos de bandas por aquí y allá orbitaban la entrada, las cercanías de la boletería y en la escalera principal, 30 minutos más tarde se permitío el ingreso a la disco, la que no estuvo llena hasta pasadas las 22:00 hrs, momento en que Kotzen y cia deciden tomarse el escenario.



A menos de 40 cm de los músicos, lo primero en llamar la atención es la vestimenta de Kotzen: zapatillas Converse, polera negra y una especie de pantalón corto de pijama, de apariencia más bien graciosa y probable inspiración californiana (conjunto semejante al que viste en el videoclip de "War Paint"), abren la presentación los riffs de "War Paint", punta de lanza del próximo compilatorio que llevará por nombre The Essential. Siguieron luego, maravillosos clásicos como "Love Is Blind", "Walk With Me", "Peace Sign" y "Help Me", alternados con pocas sorpresas, una de ellas "Don't What The Devil Says to Do" y una nueva cancíón -absolutamente heavy rock- titulada "Cannibals". 

Pese a que la presentación fue incendiaria desde el primer segundo, los últimos 20 minutos fueron los más emotivos, sintetizando en 4 o 5 temas toda la solidez del prower trío. Luego de un mágico, extenso y virtuosísimo jam de bajo/batería en el que tuvimos oportunidad de ver al mismísmo Kotzen  dándole a los tarros,  por unos cuantos minutos este despachó a sus acompañantes para interpretar en solitario "What Is?" en versión electroacústica, seguida a coro  por todos los presentes. Aquel, el momento más álgido de la noche vino acompañado del cierre con "Fooled Again" y "You Can't Save Me", apasionadas power ballads, casi tan clásicas en el repertorio de Kotzen como la ya poco interpretada "Remember" o el tema de gracia "Go Faster", con el cual se dió fin al concierto a las 00:01 hrs.

Volviendo al principio, se hace indudable que Richie Kotzen es uno de los mejores músicos de todos los tiempos (compositor, cantante, guitarrista y multiinstrumentista), sin embargo aquella cualidad es extensiva también a la banda soporte, consistente para esta gira en Mike Bennett (baterísta) y Dylan Wilson (bajo), probablemente una de las mejores formaciones que ha acompañado a Kotzen a lo largo de sus casi 30 años de carrera solista. Por su parte, el gran plus del guitarrista radica menos en el virtuosismo que  en todo el caudal de sentimientos que imprime a sus composiciones y a su particular estílo de rock clásico, que trae irremisiblemente a la memoria a otros tan grandes como Chris Cornell, Eddie Van Halen, Nuno Buttencourt, Jeff Beck y Allan Holdsworth SUMADOS, aunque sin perder por  ello ni una gota de originalidad ni de la chispeza que lo hacen único.

sábado, 2 de octubre de 2010

El AOR no ha muerto, Bon Jovi desató la euforia en el Nacional

Bon Jovi jamás han figurado en mi lista de favoritos, sin embargo apenas supe que tocarían en Chile, no dudé un segundo en estar ahí. Músicos que descubrieron el secreto de la eterna juventud y de la atemporalidad musical, fusionando en un primer momento (durante los años '80) los accesibles sonidos del hard melódico precursado por los británicos Def Leppard, con todo el rock de carretera y sentir americano de Bruce Springsteen. Con el tiempo llegaron a convertirse en los naturales sucesores de Journey y actualmente son la banda de pop/rock con mayor vigor y vigencia en el medio.
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Que la fórmula siga dándole divisas tres décadas más tarde es algo bastante respetable y lo que es más: que sean capaces al día de hoy de llenar estadios en todo el mundo y hasta de agotar entradas al poco tiempo de su anuncio, es un verdadero record que no muchas bandas clásicas tienen el lujo de batir. Chile no fue ayer la excepción, con cerca de 60.000 personas aglopadas en el Estadio Nacional de Nuñoa, gritando, saltando y coreando cada uno de los temas, en el inglés que más les acomodara.
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A mi parecer, sin embargo, lo único que amenazó con arruinar un poco la presentación de ayer, (o sus expectativas) fue el teloneo de Lucybell, quienes como todos sabemos desarrollan "otra onda". Se hacía de pronto incomprensible el cómo llegaron ahí, aunque lejos lo peor (y esta es también una opinión más que nada personal) fue mamarse cuarenta minutos de su patética puesta en escena y sonido. Rectifico: yo soy de los que odia a Lucybell, como al parecer también los terminaron odiando anoche gran parte de los 56.000 asistentes, muchos de los cuales los taparon a pifias.

El paso de Lucybell a Bon Jovi fue como superar el purgatorio y haber tocado porfin las puertas del cielo. Desde el principio los gringos, no se fueron con rodeos y "tiraron toda la carne a la parrilla": "Blood On Blood", "We Weren't Born To Follow" (hímno político/libertario de su último disco: The Circle), "You Give Love a Bad Name" (Clásico de clásicos), "Last Highway", "Born To My Baby" y "Have a Nice Day", fueron el contacto rockero a través del cual la banda prendió los motores de una jornada maravillosa. Adyacente a ello, más temas de The Circle como "Work for the Working Man" y "When We Where Beautiful", cada cual con un apoyo visual más impresionante que el anterior.

En el tercio final, sonaron los clásicos que todo mundo esperaba, partiendo por "It's My Life", single de enganche del tremendo álbum Crush del 2000 y que gozó de altísima difusión en su momento. Luego vinieron "Bad Medicine", en una versión alternada por los covers: "Pretty Woman" (original de Roy Orbison) y la movida "Shout", "Someday I'll Be Saturday Night", "Always" y "Runaway" entre otros. A lo que siguió un primer cierre con "Keep The Faith", luego un segundo tras interpretar "In These Arms", "Wanted Dead Or Alive" y el hímno "Livin' On A Prayer", para luego volver inesperadamente y cerrar de manera definitiva con "Bed Of Roses".

En resumen: un conciertazo, que en sus más de dos horas de duración dejó a todos visiblemente emocionados, a las mujeres derretidas tanto por las virtudes musicales y la puesta en escena de dos tremendos "latin lovers" como son Jon Bon Jovi y Richie Sambora y hasta yo mismo llegué a sorprenderme en un momento con los ojos cerrados y mil recuerdos en la mente, coreando temas como "Always" y "Bed Of Roses" en imperfectibles interpretaciones.

Para quienes sostienen que el romanticismo hace tiempo abandonó al rock, es de suponer que no tienen la menor idea que tan vivos siguen actualmente la música y el legado de Bon Jovi.


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