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jueves, 1 de octubre de 2015

Y el show sí debía continuar... El increíble concierto de Queen y Adam Lambert en Chile


Queen es mucho más que mi banda favorita, es la banda sonora de mi vida; música que me acompaña todo el tiempo, desde mi vieja colección en discos compactos, al popurrí de pistas en mp3 que escucho a diario y a todo volume en la radio de mi auto, a través de la nube digital, en el celular, etcétera. Simplemente no imagino mi vida sin las muchas alegrías y las grandes cuotas de energía que me aportan sus clásicos, de una diversidad musical maravillosa que inició en los lejanos años '70 fusionando el art rock con el heavy metal, para luego evolucionar hacia estílos más mainstream, conservando siempre sus potentes melodías, la escencia de rock duro y una elegancia propia de los grandes conjuntos británicos. 

Tras la muerte de Mercury, no cualquiera puede calzar sus zapatos, y bien lo sabe de sobra Paul Rodgers, que acompañó el retorno de la banda entre 2005 y 2009, sin lograr la aceptación de los fans eternos, quienes como yo tampoco vieron con buenos ojos la incorporación de Lambert en 2012; un "wekereke" cualquiera, salido de un programa de talentos (Operación Triunfo) y que además es un artista pop. Pues bien, afortunadamente Brian y Roger supieron mirar mucho más alto que sus fans y esta vez no se equivocaron: Adam Lambert nos cerró la boca a muchos y el concierto de ayer -cierre de gira- vino a confirmar su desbordante potencial y carisma, muy cercano al de Freddie Mercury. Pese a que su voz no es gran cosa, su empoderamiento sobre el escenario, su capacidad de amoldarse a los diversos matices de la parrilla queenera y su actitud de divo andrógino, lo hacen un digno merecedor de su posición actual, al frente de la banda más trascendente en la historia del rock.


A nuestra llegada al Estadio Nacional, guardamos fila durante tres horas en las medianías del famoso "pilucho" entre miles de queeneros que como nosotros lucían orgullosos sus poleras con rostros de Freddie, logotipos zodiacales de la banda, referencias a presentaciones como la de Wembley '86 o las muchas portadas de los álbumes; gente de todos los estratos sociales, amantes de todos los estílos,  familias completas, adultos mayores, padres cuarentones y sus hijos veinteañeros, menores de edad, rockeros jóvenes y pelucones, otros ya viejos y calvos, sinfín de metaleros y hasta un imitador de Freddie pasaron por mi retina, agregando color a la espera.

Pasadas las 19:00 hrs se concretó el ingreso al estadio, y a esa altura ya era previsible que no menos de 20 mil almas se reunirían esa noche en torno del escenario y sus minúsculas pantallas (nimias para un recinto de tal envergadura). Pese a nuestra posición "privilegiada", en el sector VIP de cancha, la gran afluencia de fans al concierto, nos limitó en distancia a unos 14 metros del escenario, algo desalentador, pero no lo suficiente para arruinar una grata experiencia.

"Love Of My Life", fue el primer guiño de la noche a Freddie Mercury. Como en los grandes conciertos de antaño, el tema fue intepretado a dúo entre Brian y (el recuerdo de) Freddie


A las 20:00, un fabuloso telón azul con el logotipo de la era Queen II o de A Day At Races cubrió el escenario, ahogando las pistas de The Beatles, Led Zeppelin y AC/DC que se alternaron durante varios minutos, para dar luego paso al treceavo track del álbum Made In Heaven, un buen preámbulo al concierto que comenzó pasadas las 21:00 horas de la mano de "One Vision", cuyos riffs iniciales echaron abajo el telón, poniendo al decubierto a un Adam Lambert enfundado en cuero negro (al más puro estílo gay leather), a un veterano Roger Taylor luciendo gafas oscuras y una tupida barba centrada en el mentón a lo ZZ Top y al Brian May de siempre, con su prodigia cabellera dignamente encanecida.

A la cola de "One Vision", vinieron  "Another One Bites The Dust", "Fat Bottomed Girls", "Seven Seas Of Rhye", "Killer Queen" y "Crazy Little Thing Called Love", intepretados magistralmente por Lambert, quien se empoderó por completo del escenario luego de interpretar "Killer Queen" dando rienda suelta a su androginismo en un cómico sketch, recostado y abanicánsose sobre un sofá lila a la manera de Maria Antonieta o Cleopatra. Si en los años '70 y '80, las insinuaciones sexuales de Freddie Mercury apenas bordeaban el umbral de lo hilarante, lo de Adam Lambert es sin duda mucho más grotesco y chocante, transgresión invertida, pero no del todo ajena al rock 'n' roll.

"A Kind Of Magic"

Bombástico y grandilocuente, Adam Lambert no se apoca ante la magnitud de los gigantes que tiene a su lado, y a diferencia de su anterior presentación con Paul Rodgers en 2008, Brian y Roger delegan mucho más vocal y coralmente en el estrafalario cantante, quien en un momento se dirigió al público para consultar: are you in love now?, comentando que él estaba en búsqueda del amor y que tal vez alguien del público podría consolarlo, era desde luego el prólogo introductorio a otro himno: "Somebody To Love", seguido por la primera intervención de Brian con "Love Of My Life" (cantada a dúo con el fantasma de Freddie) y su clásico '39, introducido por un comentario sobre astrólogos y observatorios chilenos y finalizado con el soporte acústico de todos los músicos del combo sobre la tarima media, incluyendo al mítico Spike Edney en los teclados.

Algo se debe comentar también sobre las otras dos nuevas incorporaciones de Queen: el bajista Neil Fairclough (quién reemplazó a Danny Miranda) y el suplementario baterista Rufus Taylor, vástago del buen Roger y muy parecido físicamente a su progenitor, en sus inicios con Queen. El primero -dueño de un look muy jazzístico- demostró su cuantía en un solo de bajo que hizo ciertos guiños a la canción "Body Language" y repitió la interacción bajo-baquetas que en 2008 Roger Taylor realizó junto a Danny Miranda en el San Carlos de Apoquindo. Por su parte Rufus, si bien limita su actuar a un segundo plano como acompañamiento en percusión, tuvo un momento destacado a mitad del concierto durante "A Kind Of Magic" -cantada por Roger- y en el duelo de baterías con su viejo, dándole duro a los tarros y recordando la energía y el aspecto no sólo de Roger en los inicios de Queen, sino también al mismísimo Taylor Hawkins de Foo Fighters.

Rufus Taylor en duelo de baterías con su progenitor


Tras los segmentos instrumentales de bajo y baterías, se reincorporan Brian May y Adam Lambert para retocar los clásicos "Under Pressure" y "I Want To Break Free", seguido  de una nueva composición de Lambert titulada "Ghost Town" a la que Brian May añadió los metálicos riffs de su Red Special, dando la impresión de tratarse de otro tema de Queen. Terminada la interpretación, se atenúan las luces y  se enfocan los reflectores sobre Adam Lambert, posicionado ya sobre la tarima media para interpretar una de las canciones más emotivas de la noche: "Who Wants To Live Forever?".

Continuó el turno de Brian y su sesión solista que combina fragmentos de "Brighton Rock", "Bijou" y "Last Horizon" para desembocar finalmente en un estruendoso "Tie Your Mother Down", el tipo de canciones en las que Lambert se nota un poco más cojo, aunque volvió rápidamente a su aire con "Don't Stop Me Now". Simplemente, fabuloso.

Cubierto por un poncho, Adam Lambert intepretó "Under Pressure"

Tal batería de clásicos y su soberbia interpretación vocal e instrumental no dió respiro alguno para esperar "los mejores temas", aunque desde luego, sabemos que Queen se despide siempre con lo más graneado de su repertorio, algo que ya era predecible a la altura que interpretaron "Radio Ga Ga", momento en que decidí guardar la cámara para sumarme a la performance del público, interactúando rítmicamente con mis ídolos musicales de toda la vida.

Mi alma metalera volvió a elevarse tras el coro introductorio de "I Want It All", que con sus potentes riffs, duro toque de batería e incendiaros solos, desterró la voz de Adam Lambert hasta perderlo de vista definitivamente. A esta altura del concierto,  sólo vinieron a mi memoria las imágenes del genial videoclip de 1988 que expone a un barbón y colérico Freddie Mercury que es la quintaescencia del cantante de hard rock, elevando su voz por sobre los decibelios. Cuánto se te extraña Freddie!

Brian ejecutando la intro de "Tie Your Mother Down"


Tras un cúmulo de emociones y recuerdos reactivados en tiempo real, la guinda de la torta se presenta bajo la forma y los acordes inciales de "Bohemian Rhapsody". Iniciada tímidamente por Lambert, pero continuada -afortundamente- por una captura de Freddie hasta el solo de Brian (vestido con un traje dorado, a la usanza de los '70) que da paso al segmento operístico, apoyado por las imágenes del mítico videoclip de 1975, luego en la sesión headbanger la voz de Lambert es apoyada con un soporte del tema original, interpretado por Mercury, con quien se remata el outro. Este mismo juego se ha venido haciendo desde 1992 en el concierto de homenaje a Freddie, primero arruinaron la canción Elton John y Axl Rose, luego lo haría Paul Rodgers y en la actualidad Adam Lambert no lo hace mucho mejor. 

Despedida temporal de los músicos y reaparecen nuevamente en escena para interpretar los últimos dos clasicazos de la noche: "We Will Rock You" y "We Are The Champions". Brian nos hace los mismos honores que en 2008, vistiendo una polera con la bandera y los colores de Chile, haciéndole contraste Adam Lambert con su coronita de plástico y un conjunto de prendas bastante glamorosas, que de seguro jamás se habría colocado Freddie, pero que tal vez volverían verdes de envidia a Gary Glitter o a Boy George.

"We Will Rock You"


23:20 horas y el concierto toca su fin con la despedida de los músicos, sincronizada -como de constumbre- con un playback de la instrumental "God Save The Queen". Sólo me resta agredecer y corear infinitamente los nombres de Brian May y Roger Taylor, pues pese a todas las críticas e incomprensión que expresó en algún momento su fanaticada más ortodoxa (me incluyo), han sido ellos los responsables por mantener viva la chispa de Queen, y esperemos que de ellos derive también la próxima generación de músicos que como Adam Lambert y Rufus Taylor (de apenas 24 años) sotengan en pie el legado y el linaje de esta espectacular banda, para algunos de nosotros tan imprescindibles como la vida misma.

domingo, 21 de junio de 2015

Extreme debutó en Chile con una generosa batería de clásicos


Pese a que descubrí la música de Extreme muchos años antes por medio de recocidos en VHS como el concierto homenaje a Freddie Mercury y la Expo Barcelona (1992), fanático de la banda sólo puedo considerarme desde el año 2002, cuando escuché por primera vez el fabuloso álbum Waiting For The Punchline (1995), cuyo fracaso comercial -en plena era del rock alternativo- fue responsable de la disolución de la banda en 1996. Posteriormente Gary Cherone sería reclutado por Van Halen en reemplazo de Sammy Hagar, pero la unión no trascendió más allá de la onceava placa del conjunto: Van Halen III, que a su vez fue también el último lanzamiento discográfico de los intérpretes de "Jump", hasta hace sólo un par de años. 

Las señales eran inequívocas: el reinado ochentero del glam metal había sido derrocado, más había algo en el WFTP que enraizaba bien con el grunge, sin que por ello la música del conjunto perdiera identidad ni esos matices funky que llevaban a un nuevo nivel las influencias de Led Zeppelin, convirtiéndolo en un álbum preciado por muchos, fuera de la matriz comercial. Para el grueso de los glamers sin embargo, la vedette no es otra que Pornograffitti (1990), álbum que a 25 años de su lanzamiento fue la razón de ser de la gira que trajo a los de Boston a presentarse ayer sábado 20 de junio por vez primera en Santiago, sobre el stage del teatro Cariola.

Nuestro arribo al sector cancha. 20:50 de la noche
Apenas tuve noticias de la visita de Extreme a nuestro país, gestioné con meses de anticipación la compra de mi entrada y si bien no fueron pocos ni menos importantes los compromisos que debí sortear para darme cita en primera fila con Gary Cherone (vocalista y frontman), Nuno Buttencourt (guitarras y piano), Pat Badger (bajo) y Kevin Figueiredo (batería); la velada supo compensar con creces.

Cherone y cia son sobrevivientes de una de las mejores camadas del rock, de la cual sus contemporáneos o terminaron muertos, rendidos al mainstream (caso de Bon Jovi) o como un "remake" patético de ellos mismos (caso de Axl Rose o Mötley Crüe).- Rasguñando ya la cincuentena, resulta increíble comprobar cuán atléticos, intensos y juveniles se mantienen los miembros del cuarteto, entre los cuales, sin duda, fue el virtuoso Nuno Buttencourt quien se llevó la mayor aclamación por parte de los metaleros y los suspiros de una disminuída audiencia femenina.

Nuno y Pat en duelo de riffs

Lamentablemente, pese al increíble nivel de los artistas que tuvimos al frente, la fabulosa jornada en el Cariola, fue opacada por un terrible e imperdonable desacierto en el sonido, donde a ratos voces e instrumentos terminaron acoplados, saturando los parlantes y produciendo intensos e inharmónicos ruidos que a más de alguno nos dejó con una aguda tinnitus, impropia hasta para los conciertos de Sepultura a los que he asistido.

A eso de las 22:15 hrs los músicos entraron en escena para dar ignición al concierto con "Decadence Dance", primera canción y single promocional del álbum Pornograffitti, luego se sumaron "Lil' Jack Horny" y "When I'm President", del mismo álbum, siguiendo en orden el tracklist original y dando cabida a los empujones de rigor, que como en todo buen concierto de rock, devuelves con gusto, agregando como matíz sus buenos codazos.

More Than Words

"Get The Funk Out" sumó aún más adrenalina a la batalla campal vivida sobre la cancha: y es que los presentes se volvieron literalmente locos, asuzados por las posturas de Gary Cherone (el Freddie Mercury de los '90), los imposíbles solos de Nuno y el demoníaco bajo de Badger, seguido a tope por los benditos brazos de Figueiredo, que con cada machacazo que daba a los tarros, te devolvía la juventud o la fe en el rock 'n' roll.

La quinta canción interpretada fue desde luego "More Than Words", aquella queenera balada que los hizo famosos en el mundo entero. Pasamos sin más de los saltos y el baile a la completa sensibilería y pese a que nos fueron requisados los encendedores a la entrada del concierto, más de alguno sacó a relucir uno desde algún bolsillo secreto. Reducida la saturación en los altavoces, la voz de Gary al fin flotaba armónica en el aire, mientras los acordes de Nuno -ejecutando su guitarra española- te acariciaban el alma.

En plan jazz interpretando "When I First Kissed You"

Finiquitado el primer entremés romántico, vinieron luego "Money (In God We Trust)", "It('s a Monster)" y "Pornograffitti" para agregar más riffs metálicos, titánicos solos y groove funky a la alocada velada capitalina. Afuera, en la calle, las bajas temperaturas de una invernal noche, paralizaba los músculos, mientras al interior del teatro, se agitaba el hervidero. 

Al ritmo del vocal jazz, "When I First Kissed You" templó un poco la algarabía, Nuno reemplazó la guitarra por el órgano, Pat hizo lo propio con un contrabajo eléctrico y Gary se vistió de Sinatra para interpretar la que es sin duda la canción más experimental del álbum Pornograffitti.


Cerraron la primera parte del concierto los temazos "Suzi (Wants Her All Day That?)", "He-Man Woman Hater", la power ballad "Song For Love" y la acústica "Hole Hearted" acoplada con el "Crazy Little Thing Called Love" de Queen (una referencia más a los británicos, su principal y más evidente influencia), concluía de este modo el ciclo Pornograffitti.

Al regreso de bambalinas, sonaron los incendiarios clásicos "Play With Me" (del álbum debút Extreme, 1989), "Rest In Peace" (III Sides to Every Story, 1992) y "Kid Ego" (1989), seguido del más reciente "Take Us Alive" (Saudades de Rock, 2008) cuyos juguetones riffs fueron aprovechados por el enérgico Cherone para montar uno de los parlantes en plan Lucky Luke. La acústico-instrumental "Midnight Express" (Waiting For The Punchline, 1995) y "Cupid's Dead" (1992) fueron dos de los temazos más esperados de la noche, que cerraron la segunda parte y final del concierto.

Gary saludando a la gallada

Un generoso reparto de uñetas y baquetas hacia las primeras dos filas de la cancha (nuestra ubicación) despidió los últimos cinco temas de la noche, acelerando la dinámica de los empujones. Tristemente no pude rescatar ninguno de aquellos souvenires, pero me conforma el hecho de haber estrechado las manos de Pat, Gary y Nuno, quienes amablemente despidieron al público pasadas las 0:30 hrs.

Tampoco olvidaré la terrible cara de Nuno quien por poco me golpea cuando pretendiendo registrar el momento en cámara estiré más de la cuenta su mano. Let my fucking fingers, fueron las palabras dedicadas por aquel dios de la guitarra a este anónimo y sudaca fan.

Midnight Express

domingo, 12 de octubre de 2014

Richie Kotzen descargó pasión y groove en Viña


Que Richie Kotzen es de sobra uno de los mejores guitarristas actuales y de todos los tiempos, no es un misterio para nadie medianamente embebido en el mundo del rock. Su extendida trayectoria (iniciada con apenas 15 años en 1985), más de una veintena de discos en calidad de solista, su efímero pero contundente paso por grandes hitos del hair metal ochentero como son Poison y Mr. Big, así como sus numerosas colaboraciones con músicos del nivel y prestigio de Greg Howe, Guhtrie Govan, Stanley Clarke, Lenny White, Stevie Salas, Glenn Hughes y Gene Simmons, o su más reciente aventura músical paralela: The Winery Dogs junto a Mike Portnoy y Billy Sheehan, engloban una carrera artística y musical como pocas, llena de creatividad, reinvención y refinamiento rockero. 


Es en los pequeños escenarios donde Richie Kotzen -reconocido, pero distante del mainstream- se reencuentra con su público habitual, el mismo que hace 2 años tuvo oportunidad de verlo tocar en la Batuta y en el Centro Cultural Amanda y que en la semana que se nos va, asistió al Teatro Nescafé de las Artes (jueves 9) en Santiago o a la discoteque OVO del Casino Enjoy en Viña del Mar (sábado 11) para alcanzar el éxtasis sobre un mar de riffs, melodías, baladas, rock intimista (con aura de grunge, soul y blues), zarpadas funky, metálicos y estruendosos solos, buen fiato instrumental, y en líneas generales: una dadivosa muestra de virtuosismo y groove, imposíble de superar.

La de Viña fue -tal vez- una presentación que superó todas las espectativas. El escenario: el diminuto stage de la más célebre discoteque de la ciudad jardín, protagonista privilegiada de la vida nocturna y de los carretes del fin de semana, pero que en términos de rock era hasta ayer un escenario poco probado, salvo quizás para unas cuantas bandas tributo o para las orquestas de año nuevo. A nuestra llegada al casino, pisando las 20:30 hrs, poco hacía notar que en su interior se oficiaría un concierto; apenas unas cuantas chaquetas negras y unos pocos tipos con aretes o poleras con logos de bandas por aquí y allá orbitaban la entrada, las cercanías de la boletería y en la escalera principal, 30 minutos más tarde se permitío el ingreso a la disco, la que no estuvo llena hasta pasadas las 22:00 hrs, momento en que Kotzen y cia deciden tomarse el escenario.



A menos de 40 cm de los músicos, lo primero en llamar la atención es la vestimenta de Kotzen: zapatillas Converse, polera negra y una especie de pantalón corto de pijama, de apariencia más bien graciosa y probable inspiración californiana (conjunto semejante al que viste en el videoclip de "War Paint"), abren la presentación los riffs de "War Paint", punta de lanza del próximo compilatorio que llevará por nombre The Essential. Siguieron luego, maravillosos clásicos como "Love Is Blind", "Walk With Me", "Peace Sign" y "Help Me", alternados con pocas sorpresas, una de ellas "Don't What The Devil Says to Do" y una nueva cancíón -absolutamente heavy rock- titulada "Cannibals". 

Pese a que la presentación fue incendiaria desde el primer segundo, los últimos 20 minutos fueron los más emotivos, sintetizando en 4 o 5 temas toda la solidez del prower trío. Luego de un mágico, extenso y virtuosísimo jam de bajo/batería en el que tuvimos oportunidad de ver al mismísmo Kotzen  dándole a los tarros,  por unos cuantos minutos este despachó a sus acompañantes para interpretar en solitario "What Is?" en versión electroacústica, seguida a coro  por todos los presentes. Aquel, el momento más álgido de la noche vino acompañado del cierre con "Fooled Again" y "You Can't Save Me", apasionadas power ballads, casi tan clásicas en el repertorio de Kotzen como la ya poco interpretada "Remember" o el tema de gracia "Go Faster", con el cual se dió fin al concierto a las 00:01 hrs.

Volviendo al principio, se hace indudable que Richie Kotzen es uno de los mejores músicos de todos los tiempos (compositor, cantante, guitarrista y multiinstrumentista), sin embargo aquella cualidad es extensiva también a la banda soporte, consistente para esta gira en Mike Bennett (baterísta) y Dylan Wilson (bajo), probablemente una de las mejores formaciones que ha acompañado a Kotzen a lo largo de sus casi 30 años de carrera solista. Por su parte, el gran plus del guitarrista radica menos en el virtuosismo que  en todo el caudal de sentimientos que imprime a sus composiciones y a su particular estílo de rock clásico, que trae irremisiblemente a la memoria a otros tan grandes como Chris Cornell, Eddie Van Halen, Nuno Buttencourt, Jeff Beck y Allan Holdsworth SUMADOS, aunque sin perder por  ello ni una gota de originalidad ni de la chispeza que lo hacen único.

martes, 29 de marzo de 2011

Ozzy y Sepultura estremecieron ayer el Movistar Arena

Un conciertazo! fue el que oficiaron el día de ayer en el Estadio Movistar del Parque O'Higgins dos colosos del metal como son Sepultura y el siempre vigente maestro Ozzy Osbourne.
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A nuestra llegada al recinto a las cinco menos veinte, supuse que muy poca gente asistiría a la gran presentación que comenzó un par de horas más tarde: sólo unas 200 personas se encontraban agolpadas frente las rejas del estadio a la hora indicada, y cuando estas fueron abiertas, la cantidad aumentó en apenas otro centenar quizás.

El estadio se fue llenando paultinamente. Un cuarto para las ocho, Sepultura ya estaban asentados sobre el escenario y el Movistar a la mitad de su capacidad. Los brasilero-norteamericanos arrancaron duro con "Arise", para luego regalarnos otros varios clásicos de sus mejores años con Max Cavalera, de la actual formación y del nuevo disco que se disponen a lanzar este año.
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El mosh pit no enardeció en la cancha, sino hasta los veinte minutos finales de la presentación de Sepultura, cuando terminó de repletarse el estadio y quedaron condensados los principales temas de la banda: "Troops Of Doom" y el cierre con "Territory" y "Roots Bloody Roots". Una presentación impecable, que de no haber sido número de apertura a otro gran artista, habría dejado gusto a poco. De Sepultura no hay mucho más que agregar, sin duda la mejor banda extrema que ha salido de este patio de mundo y uno de los principales conjuntos en la escena thrash y del metal en general. He tenido el privilegio de verlos tocar un par de veces y todas las recuerdo como grandes presentaciones.
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Tras la retirada de Sepultura, al unísono se clamó por la presencia de Ozzy, la cual se dió varios minutos más tade. El dios padre del metal se presentó primero ante el público, saludandolo con su natural carisma y afecto, para luego dar paso al resto de los músicos que aparecieron sobre el escenario destilando el clásico de clásicos: "Bark At The Moon". A estas alturas el estadio se vino abajo y no sirvió para aplacar la locura el siguiente tema: "Let Me Hear You Scream", segundo track del álbum lanzado el año pasado.
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Siguiendo la lógica, era de esperar que lo que viniera fueran más temas de Scream, sin embargo no fue así, el setlist hizo mayor ahínco sobre lo clásico, con bastantes temas del Blizzard Of Ozz y cinco clásicos de Black Sabbath. La actual formación, es sin duda tremenda, muy por sobre las espectativas de quienes suponíamos que Zakk Wylde y Mike Bordin eran dos irremplazables, el nivel que destallaron en sinergia y por separado el batero Tommy Clufetos y el jóven guitarra griego Gus G (ex Dream Evil) fue impresionante, lo mismo Ozzy que parece no envejecer sobre los escenarios, derrochando más energía de lo que podría cualquier otro músico con menos de la mitad de su edad.

A ratos las cosas se pusieron bastante peligrosas en cancha, donde suelen vivirse con mayor intensidad los conciertos de heavy metal. Desde el momento que se alternaron uno tras otro clásicos como "Mr Crowley", "I Don't Know", "Fairies Wear Boots" de Black Sabbath, "Suicide Solution" y por sobretodo "War Pigs", "Iron Man" y "Crazy Train", los presentes comenzaron a exparsirse entre empujones y patadas, volaron algunas camisetas metaleras, muchos se infiltraron desde la cancha general a la VIP y todo se tornó caótico.

Ya cerca del cierre "Mamma I'm Coming Home" calmó un poco los animos y la agitación de brazos y encendedores remplazó por unos minutos el caos, luego vino "Paranoid" y le saltó por última vez la tapa a la olla. Tres potentes horas de heavy metal habían llegado a su término y tal como Sepultura, Ozzy dejó demostrado que su sello puede trascender cualquier formación, la actual de todas maneras deja muy conforme y Gus G en particular me recuerda en algo a Randy Rhoads. Una banda que funciona en todos los niveles y que registró su buen groove en una versión del "Rat Salad" de Black Sabbath (abajo), deleitándolos con sendos solos de guitarra y batería.

lunes, 18 de octubre de 2010

Geddy Lee, Alex Lifeson y Neil Peart encendieron la fiesta en el Nacional

El promedio de sus edades bordea los 57 años, pero aún así fueron capaces de regalarnos tres horas de verdadera música en su presentación de ayer en Santiago. Rush no es un clásico más, son una leyenda viva, el power trío de rock progresivo más trascendente, virtuoso y enérgico, haberlos tenido el día de ayer en la capital, aunque fuera un domingo, consta como uno de los momentos significativos en materia de conciertos en el país.
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El tedioso trayecto al estadio (para quien es de provincia), la interminable espera de horas, abatido entre el calor, el cansancio y la música de fondo (más que nada prog de los '70: Jethro Tull, Yes, Genesis, Kansas, etc., etc.), todo eso quedó en nada o más que muy compensado con la opulenta presentación de los canadienses, para quienes en esta ocasión no abrió ninguna banda extranjera, ni local y que con puntualidad a eso de las nueve con siete minutos, amenazaron con echar el estadio abajo.
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La gente se ofuscó con sólo ver las primeras imágenes de un extendido video que da pie a "Spirit Of The Radio", tema con el cual abrieron la presentación, de ahí en adelante los próximos 20 minutos serían de locura total, la olla humana hirviendo a presión digna de un concierto de Slayer, entre saltos, empujones y más de algún imbécil por ahí repartiendo golpes.
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Luego de "Spirit Of The Radio", vinieron uno tras otro grandes clásicos, reconocibles a primera por los riffs iniciales (de bajo o guitarra), las intro tecladísticas o los propios videos: temas como "Presto", "Leave That Thing Alone", "Faithless" o "Freewill" animaron en demasía a la audiencia que en algún momento dejó de desenvolverse con actitud headbanger para asimilar y admirar cada espectacular solo de Alex Lifeson en sus distintas guitarras, incluída una mandolina o el cómo Geddy Lee pasaba del bajo al teclado con una sincronía asombrosa y haciendo gala de un virtuosismo increíble.
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Luego de interpretar "Subdivisions", una voz en off dió pie a un interludio: "Debido a su avanzada edad, los músicos se tomarán un descanso de veinte minutos", se daba por terminada la primera hora y media de concierto. Al regreso otro largo video avisaba un nuevo clásico: "Tom Sawyer" (abajo, capturado por la lamentable cámara de mi celular), no fueron después de todo los riffs más pesados que se escucharan en la noche, pero este es un tema que indudablemente hace más delicias entre metaleros y amantes del rock directo que entre los propios progres, y en lo personal la segunda parte del concierto fue para mí demasiado excelsa.
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"Red Barchetta", "XYZ" (que temazo), "The Cameral Eye", "Vital Signs" y un tremendo solo de batería de Neil Pearl en plan jazzístico, le volaron la cabeza a los presentes, con tal cantidad de matices que hasta el más acérrimo a las etiquetas (y yo soy de esos) se habría vuelto loco. Para cuando vino "2112 Overture" la gente hace rato se había dado por pagada y yo al menos no me esperaba que vinieran otros cuatro temas.
.Falsa despedida, apagón y reviene Rush con "La Villa Strangiato", caudal de virtuosismo que a esas alturas no me dejaba duda alguna de que este ha sido hasta el momento el mejor concierto al que he asistido en toda mi vida, seguidamente unas pinceladas de acordes cercanos al reggae, como el de sus discos ochenteros transformba y hacía la intro de un tema en principio irreconocible: "Working Man", que luego retomaría su estructura hard rockera, para terminar en una intrumentación tipo Iron Maiden, que en algo recordaba a temas como "Fear Of The Dark", un cierre impresionante!
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Un último video quiso destacar la idea de que Rush son sólo tres simples y accesibles mortales, lo que al final del evento y ahora que repaso el concierto no me deja tan convencido. Ya no me quedan dudas de porque estos tipos son el referente fundamental de tantas bandas y músicos tan extraordinarios como John Petrucci, Geoff Tate, Dave Mustaine o Less Claypool, sus directos superan ampliamente a los propios discos y eso, según pude comprobar, no era un simple decir.
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sábado, 2 de octubre de 2010

El AOR no ha muerto, Bon Jovi desató la euforia en el Nacional

Bon Jovi jamás han figurado en mi lista de favoritos, sin embargo apenas supe que tocarían en Chile, no dudé un segundo en estar ahí. Músicos que descubrieron el secreto de la eterna juventud y de la atemporalidad musical, fusionando en un primer momento (durante los años '80) los accesibles sonidos del hard melódico precursado por los británicos Def Leppard, con todo el rock de carretera y sentir americano de Bruce Springsteen. Con el tiempo llegaron a convertirse en los naturales sucesores de Journey y actualmente son la banda de pop/rock con mayor vigor y vigencia en el medio.
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Que la fórmula siga dándole divisas tres décadas más tarde es algo bastante respetable y lo que es más: que sean capaces al día de hoy de llenar estadios en todo el mundo y hasta de agotar entradas al poco tiempo de su anuncio, es un verdadero record que no muchas bandas clásicas tienen el lujo de batir. Chile no fue ayer la excepción, con cerca de 60.000 personas aglopadas en el Estadio Nacional de Nuñoa, gritando, saltando y coreando cada uno de los temas, en el inglés que más les acomodara.
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A mi parecer, sin embargo, lo único que amenazó con arruinar un poco la presentación de ayer, (o sus expectativas) fue el teloneo de Lucybell, quienes como todos sabemos desarrollan "otra onda". Se hacía de pronto incomprensible el cómo llegaron ahí, aunque lejos lo peor (y esta es también una opinión más que nada personal) fue mamarse cuarenta minutos de su patética puesta en escena y sonido. Rectifico: yo soy de los que odia a Lucybell, como al parecer también los terminaron odiando anoche gran parte de los 56.000 asistentes, muchos de los cuales los taparon a pifias.

El paso de Lucybell a Bon Jovi fue como superar el purgatorio y haber tocado porfin las puertas del cielo. Desde el principio los gringos, no se fueron con rodeos y "tiraron toda la carne a la parrilla": "Blood On Blood", "We Weren't Born To Follow" (hímno político/libertario de su último disco: The Circle), "You Give Love a Bad Name" (Clásico de clásicos), "Last Highway", "Born To My Baby" y "Have a Nice Day", fueron el contacto rockero a través del cual la banda prendió los motores de una jornada maravillosa. Adyacente a ello, más temas de The Circle como "Work for the Working Man" y "When We Where Beautiful", cada cual con un apoyo visual más impresionante que el anterior.

En el tercio final, sonaron los clásicos que todo mundo esperaba, partiendo por "It's My Life", single de enganche del tremendo álbum Crush del 2000 y que gozó de altísima difusión en su momento. Luego vinieron "Bad Medicine", en una versión alternada por los covers: "Pretty Woman" (original de Roy Orbison) y la movida "Shout", "Someday I'll Be Saturday Night", "Always" y "Runaway" entre otros. A lo que siguió un primer cierre con "Keep The Faith", luego un segundo tras interpretar "In These Arms", "Wanted Dead Or Alive" y el hímno "Livin' On A Prayer", para luego volver inesperadamente y cerrar de manera definitiva con "Bed Of Roses".

En resumen: un conciertazo, que en sus más de dos horas de duración dejó a todos visiblemente emocionados, a las mujeres derretidas tanto por las virtudes musicales y la puesta en escena de dos tremendos "latin lovers" como son Jon Bon Jovi y Richie Sambora y hasta yo mismo llegué a sorprenderme en un momento con los ojos cerrados y mil recuerdos en la mente, coreando temas como "Always" y "Bed Of Roses" en imperfectibles interpretaciones.

Para quienes sostienen que el romanticismo hace tiempo abandonó al rock, es de suponer que no tienen la menor idea que tan vivos siguen actualmente la música y el legado de Bon Jovi.


miércoles, 15 de septiembre de 2010

Gracias Scorpions!!

Probablemente, nunca más seremos testigos de otra era igual de portentosa para el rock y la buena música en general, como fueron los años '70 y buena parte de los '80. Curso temporal en el que emergieron y se consolidaron conjuntos de la talla de AC/DC, KISS, UFO, Aerosmith, Van Halen, Rush, Rainbow, Queen, Motörhead o los aludidos en este post: Scorpions.

Formados en las postrimerías de los años 60, en la que por entónces era la Alemania Occidental, Scorpions iba derecho a convertirse en otro clon europeo de Led Zeppelin, sin embargo con el tiempo forjaron un sonido y propuesta muy particulares que unía la energía del heavy metal con lo sensitivo de las baladas, convirtiéndose de esta manera en referentes de una nueva camada de artistas que hicieron del hard rock, una música mucho más accesible.

Cuatro décadas después, la fórmula y el equilibrio musical de Scorpions, sigue atrayendo al público, lo que quedó más que demostrado ayer en lo variopinto de la audiencia congregada en el Movistar Arena de Santiago. Adultos de entre 35 y 50 años, jóvenes y preadolescentes, metaleros de toda la vida, rockeros, nostálgicos, románticos, poseros, toda una gama de seguidores que no quiso perderse el evento y desde luego despedir a la banda ícono germana.

El de ayer fue un concierto sin teloneros, por lo que la espera se hizo más larga de lo habitual, afortunadamente dignos representantes de la puntualidad alemana, Scorpions aparecieron sobre el escenario a pocos minutos de la hora acordada (9:00 p.m.) y comenzaron rockeando con "Sting In The Tail", tema que da nombre a su último álbum, lanzado hace tan sólo unos cuantos meses.

Las filosas guitarras de Matthias Jabs y Rudolph Schenker fueron protagonistas absolutas de la primera parte, anotándose un groovy impresionante en uno de los segmentos instrumentales que siguió a "No Limit" junto al virtuoso bateo del gringo James Kottak, quien más adelante hizo alarde de su increíble nivel, locura y simpatía, en uno de los mejores solos de batería que he visto en toda mi vida, probablemente sólo superado por el que hizo Eric Singer el año pasado en el concierto de KISS.

El rock bajó sus revoluciones a partir de la hermosa "The Best Is Yet To Come", balada que figura también en su último álbum y que todos los asistentes conocían lo suficiente como para al menos corearla, luego vinieron las clásicas "Wind Of Change" y "Holyday", uno de los puntos altos del concierto, en el cual ya no fue posíble distinguir la privilegiada voz de Klaus Meine de la del cúmulo de presentes que a esas alturas cantábamos a todo pulmón.

La olla humana volvió a cobrar vida en la cancha, cuando de un estupendo solo de Jabs, emergieron los primeros acordes de "Big City Nights", dedicado en la ocasión a Santiago y tras el cual la banda ya comenzaba a despedirse del público chileno. Apagón de luces y el escenario se iluminó entero de rojo, para dar pie a uno de las baladas más hermosas de todos los tiempos: "Still Loving You", no es difícil imaginar como estaba de prendido el público en ese entónces, algo a lo que no contribuyó menos el siguiente himno: "Rock You Like A Hurricane", cierre de un concierto simplemente perfecto que quedará en el recuerdo por un largo tiempo.

Honores para una banda de sesentones rockeros, que al día de hoy son superiores en energía, actitud y calidad a la mejor banda de veinteañeros. Como asistente y seguidor, no puedo más que darles las gracias a estos escorpiones alemanes por las virtudes de este concierto como por su impecable trayectoría de cuatro décadas. Las cosas bien hechas perduran largo tiempo, y Scorpions superaron hace mucho el umbral de la trascendencia.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Noche de emociones junto a ZZ Top en el Arena Santiago

Una increíble jornada de blues-rock fue la montada ayer en el estadio Movistar Arena, los protagonistas nada más ni nada menos que la banda más aclamada e importante del rock sureño: ZZ Top. La previa, una sobrebia apertura de parte de los teloneros: el power trío nacional Harrison Blues (en adelante un nombre a considerar en mi lista) y los ya consagrados El Cruce, además de un agradable número de camisetas mojadas, relativo al show que los ZZ ostentan en todo el mundo. 

En ocasión de los 21 años de Radio Futuro y anexo a una gira sudamericana que comenzó en Santiago y seguirá en Argentina y Brasil, el histórico power trío texano conformado por Billy Gibbons (guitarra), Dusty Hill (bajo) y Frank Beard (batería) instaló su particular groove bluesero sobre el escenario capitalino e hizo moverse a medio mundo abriendo con "Going Me Under Pressure", seguido de unos cuantos temas de su repertorio más boogie.

Tras un breve intervalo en el cual una de las dos chicas (producto nacional) que participó en el acto de las camisetas mojadas sube al escenario para coquetearle a un enjuto Gibbons y en el que este aprovechó de bromear un poco, inicia la segunda parte de la presentación: más bluesera e intimista, hasta dar en el pie con una estupenda versión del "Hey Joe" de Jimi Hendrix. A estas alturas del concierto los tres músicos hacen gala de sus superioridades instrumentales.

Si alguna vez se corrió el rumor de que ZZ Top son marcianos, ayer mismo yo terminé por creermelo, y es que además del estrindente brillo cromático del bajo de Dusty Hill, su técnica y voz, como dicen los viejos: me volaron la cabeza, lo mismo que la voz y potentes solos de Billy Gibbons, no por poco la influencia más importante del difunto Dimebag Darrell.

Cerraron el show los tres clásicos más esperados de la noche: "Viva las vegas", "La Grange" y "Tush", único momento en que se desataron el mosh pit y la algarabía de los presentes. Como balance final: una presentación redonda que deja en buena posición a los exponentes nacionales del género y la con la sensación de que ZZ Top son, perdonando el cliché, son como el vino mismo, 40 años de carrera, las barbas enblanquecidas, limitado desplazamiento sobre el escenario, pero en bajo, guitarra y batería, definitivamente no existen dos bandas iguales.

El gran recordado de la noche: Ronnie James Dio, quien hace exactamente un año se montara sobre el mismo escenario junto Heaven & Hell

sábado, 9 de mayo de 2009

Algunas consideraciones sobre Heaven & Hell en Chile, The Devil You Know y mi sábado negro

Todo ha marchado muy rápido desde que la segunda marca de Black Sabbath: Heaven And Hell, anunciara su regreso a fines del 2005. Al año siguiente los veteranos monstruos del heavy metal comenzaron a calentar motores y el 2007 ya daban inicio a una nueva gira, tras 15 años de distanciamiento en que la histórica formación, cerraba con Dehumanizer, el último gran álbum (oficial) de Black Sabbath con Dio en las voces.

Con el regreso a los escenarios, un nuevo álbum, el primero de Heaven And Hell como formación independiente: Live from Radio City Music Hall del 2007, que nos hizo soñar a los sabbáticos-metaleros con ver tocar alguna vez, en nuestros respectivos países, a estos popes del rock, cuya cualidad más respetable es la atemporalidad de su espíritu y de su música.

Pocas cosas hacían sospechar que Heaven And Hell se aventurarían en nuevos temas, o que harían de su música algo más que el repaso de las nostalgias. Sin embargo y como sello de su excelencia indiscutida, 2009 nos trajo el potente The Devil You Know, álbum que con toda seguridad va a figurar en las listas de los mejores discos a fin de año.

The Devil You Know no es simplemente un álbum de metal clásico, sus temas irradian algo más denso y oscuro aún, semejante al doom tradicional de Candlemass, Witchfinder General y Pagan Altar, sonidos un tanto inesperados para una banda siempre más cercana al heavy que a sus distintas vertientes, aunque se hace indudable que tanto la música de Dio como la Black Sabbath puede considerarse transversal a muchas valoraciones en el heavy rock: una influencia fundamental en los terrenos del doom y del stoner en BS o para el epic metal en Dio.

The Devil You Know es un disco sin precedentes, probablemente el mejor que haya tocado la mano compositiva de Tony Iommi, desde el Headless Cross, el que para mí es sin más reparos el mejor trabajo en la extendida discografía de Black Sabbath.

Y sobre The Devil You Know y todo el repertorio de la segunda gira mundial de Heaven And Hell, versó la presentación de los maestros, abriendo ayer en territorio chileno. Una jornada perfecta, que en lo personal pudo haber iniciado mucho mejor, ya que una serie de eventos desafortunados y trabas inesperadas, retrasaron mi llegada al estadio, haciendome perder cuanto menos media hora de concierto.

Aparecí en escena cuando se escuchaban los últimos segundos de "Bible Black", tema punta del álbum The Devil You Know, un temazo de esos que te enamoran a la primera.

A eso de las 9:35 me abrí espacio entre un mar de público, cercándome frente a la pantalla izquierda y en una posición un tanto desventajosa respecto al escenario, aunque como es evidente, no ocurría mucho más sobre él, dado que la parafernalia tipo Kiss, en un concierto de esta naturaleza está totalmente ausente.

Una vez posicionado, lo primero que capturé enterito para el recuerdo en cámara, fué un solo de Vinny Appice que finiquitó uno de los temas del nuevo álbum: "Neverwhere", sino me equivoco. Notable número del batero, aunque más carente de euforia que el solo que desplegó Eric Singer en el pasado concierto de Kiss.


Como el principal motivo de esta gira, es promocionar el nuevo álbum, pocos fueron los viejos y archiconocidos temas que nos regaló la banda de Iommi/Dio. Afortunadamente The Devil You Know no está hecho de temas malos y hasta fue emocionate corear las nuevas canciones, en especial el "Eating The Cannibals", "Fear" y el que tocaron más cerca del cierre: "Follow The Tears", uno de los mejores de todo el disco. De añadido, extendídismos y aclamados solos del "Compadre Moncho", el ídolo de las seis cuerdas: Tony Iommi, con ciertos giños (me pareció) a temas del Dehumanizer, unos pseudos toques de "Tv Crimes" y de "Computer God".

Y para cerrar la jornada, lo que todos esperábamos: temas de Dio y Black Sabbath, tres infaltables como "Die Young", el más trascendental "Heaven And Hell" y la veloz "Neon Knights". Una noche de verdadero metal, que en cuanto a mí: partió muy mal, pero terminó excelente.
El sábado negro lo vivo ahora, con una fiebre hasta la nubes, haciendo cama y arrastrando los mismos problemas que casi me imposibilitaron asistir al concierto. Pero nada importa, porque el Cielo y el Infierno sonaron anoche para mí como para otros diez mil asistentes.
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Grande H&H
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Fragmento de Heaven & Hell

sábado, 4 de abril de 2009

Un sueño cumplido: La impecable presentación de KISS en Chile!

Lo esperábamos y así fué; KISS abrió ayer en el estadio Bicentenario de La Florida, el tur que los llevará a recorrer una vez más Latinoamérica, con una jornada de rock, luces y pirotecnia que pasará a la historia y quedará mucho tiempo en el recuerdo de los miles de asistentes que pudimos ver por fin en acción a uno de los mejores conjuntos del hard rock mundial, aquellos que engendrados en la década del glam y del heavy metal clásico, han enseñado por cási 40 años el camino a todas aquellas bandas cuyo producto traspasa las barreras del estudio, logrando mayor espeldor sobre los escenarios, con toda la teatralidad y efectos que suele acompañar a los grandes artistas, desde Rob Zombie a Craddle Of Flith, pasando por Marilyn Manson, Mötley Crüe, W.A.S.P., etcétera.

Desde un principio, no me pareció sin embargo, que el estadio oficial del Audax Italiano fuera el mejor recinto para recibir a unos maestros de la talla de KISS, conocidos por desplazarse por grandes infraestructuras y llevar la ilusión por igual a los sectores VIP, a las gradas, la galería, cancha, etcétera. Sin embargo y muy a pesar de que las pantallas gigantes (irónicamente) eran minúsculas, no me pude quejar de mi posición a menos de 40 pasos del escenario, posición que paulatinamente fuimos abandonando presionados por la olla humana y buscando algún sector de mayor tranquilidad desde donde capturar las imágenes.
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Hacia las 20:00 hrs el Estadio estaba lleno y tras una aturdidora espera de 1 hora y algo más, aparecieron unos teloneros por decirlo suave: "bastante mediocres" llamados Racimo, totalmente anónimos para mí como para la mayoría de los presentes y que desarrollaban un estílo que a juzgar por los primeros temas era bastante ajeno a KISS, para lo que mejor hubiera abierto algún grupo de buen heavy rock y más consolidado como Wharenaldo, Silverjack o DamaJuana, en fin, la lista es larga. Pero los tipos se defendieron regalándonos versiones del "Higway To Hell" de AC/DC y el "Fear of The Dark" de Maiden, para luego de otra larga espera, darle finalmente el pase a los dioses de la jornada.

Y tocaron finalmente KISS a eso de las 21:30, el tema de apertura fué -y cómo no- "Shout It Loud", precedido de la histórica presentación de la banda en los conciertos ("You wanted the best, you got the best, the hottest band of the world: KISS") y luego de echar abajo la cortina, para que Paul Stanley fuera el primero en ser aclamado por el público, al que saludó en su imperfecto español.

Luego de "Shout It Loud", un temazo tras otro llevó a todo mundo a la euforia, entre saltos y empujones se me hizo imposíble hacer alguna buena toma, aunque de hecho, al igual que en el concierto de Queen el año pasado, tampoco pretendí perder mucho tiempo en eso. Mi primer objetivo era absorver y vivir al máximo una fiesta del mejor rock a manos de uno de los conjuntos históricos, que si bien no cuenta entre mis bandas favoritas, es de los primeros y más valorados grupos con los que me abrí a las fronteras del metal y de ahí a todo el espectro relativo.
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Y como pocos sobrevivientes del rock de los setenta, Kiss se encargó de recordarnos todo su ecumenismo musical, paséandose por la diversidad de sus clásicos, desde la metálica "Parasite", a la más disco y bailable "I Was Made For Loving You", con un entremés de clásicos ochenteros y algun que otro tema que yo jamás esperé escuchar en vivo, sobretodo "Lick It Ut", hit de la era "sin maquillaje" y que por lo general no es muy recurrente en los conciertos de Kiss.

Los himnos "Rock and Roll All Nite", "Black Diamond", "Love Gun" y "Detroit Rock City" (dedicado en la ocación a Santiago), como cabe de cajón, marcaron momentos determinantes de la presentación, un estallido de papeles voladores para "Rock and Roll All Nite", el vuelo desde el escenario hacia una torre de Paul Stanley en "Love Gun" y el eufórico y definitivo cierre con "Detroit Rock City" luego del cual la gente se retiró en órden, muy conforme y visiblemente emocionada.

Una, dos y hasta tres generaciones de rockers y metaleros a quienes se nos regaló dos increíbles horas de concierto, con un Gene Simmons y Paul Stanley que no parecen abatidos por los años e hicieron sonar fuerte sus respectivos instrumentos y hasta con algunos flirteos funkys en la guitarra de Stanley (que también improvisó el "Stairway To Heaven" de Led Zeppelin), tremendos solos de Tommy Thayer y Eric Singer y el infaltable número de Simmons salpicando sangre con su lengua de lagarto y volando a lo más alto de la tarima.

Un sueño más cumplido. Sin duda KISS saben honrrar su título del mejor espectáculo en vivo. Lectores de Latinoamérica, les aconsejo que desde ya vayan comprando su entrada!.
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Solo de Eric Singer

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