jueves, 4 de septiembre de 2008

Muerte magnética, la resurrección de Metallica


Como era de esperar y aunque quedan días para el lanzamiento oficial por estos lados del mundo, el nuevo material de estudio de Metallica, desde el St. Anger ya se filtró y está disponible con algo de antelación para quienes deseen descargarlo. Y lo cierto es que sí eres fan de Metallica con gusto vas a ir en un par de semanas a comprarlo, como yo pienso hacerlo, aunque nunca he sido tan fan del cuarteto californiano.

Tal como fue anunciado hace ya más de un año, Death Magnetic es un álbum thrashero, en la más pura tradición de los Metallica ochenteros y en un continum con la música de And Justice For All, es decir ese tipo de temas extensos y de estructuras complejas que más se acercan a la progresividad thrashera de conjuntos como Anacrusis y Heathen, amalgamando velocidad, virtuosismo, distintos tempos y todo matizado en la furia hardcoriana de antaño.

Este disco es la más impecable retrospectiva a los origenes de la banda, como si veinte años nunca hubieran pasado y discos como los de la saga Load, el Black Album, Garage Inc. y St. Anger simplemente no hubieran existido, quisieron ser obviados o sólo significan un pequeño paréntesis experimental en medio de la discografía de The Four Horsemen. En DM todo se mantiene intacto desde finales de los ochenta, la enérgica voz de Hetfield (que en vivo suena desgastada por los años), los dedos rápidos de Kirk Hammet y el doble bombo a destajo de Lars Ulrich, que por cierto ya no es el mismo chico de veinte años. Rob Trujillo en su salsa, recuperando para Metallica, la rebeldía de su paso por Suicidal Tendencies, demuestra que es un bajista thrasher muy digno del puesto de Cliff Burton.

Sólo dos temas salen completamente de la lógica más revivalista de Death Magnetic, el primero es That Day That Never Comes, similar a los temas más lentos de Load y ReLoad, hasta con las mismas pinceladas heavy rockeras de aquellos años, pero iniciando en unas guitarras más melódicas y mutando posteriormente al thrash. Interesante. El otro tema, es The Unforgiven III, la única pieza hard rockera del disco, parece estar entre los finales para recordarnos que Metallica no se retraen completamente de aquellos tiempos "menos metaleros" y me hace desear que ojalá vengan muchos The Unforgiven más, porque ojalá quede Metallica para rato.

En conclusión; si bien la innovación es cero, este es un trabajo que a muchos les devolverá la fe, esa que yo perdí con St. Anger, cuando Metallica intentaron nivelarse a los nuevos exponentes del rock pesado de principios del 2000, pero sin ser creíbles. Death Magnetic es, en cambio, la escencia misma de Metallica, la única banda de metal realmente pesado que logró abrirse espacios entre los gustos masivos, hasta convertirse en una de las bandas más influyentes de las últimas dos décadas. Hoy gratifican finalmente a sus viejos fans, y es de esperar que esta vez, no sean ellos los que den la espalda al inmortal conjunto de San Francisco.

Chequea Death Magnetic (2008)

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