Desde que volvieron a principios del año pasado, para alegría de toda la camada alternativa y de sus viejos y nuevos fans, Rage Against The Machine no han cesado en esta nueva cruzada, que los trajo de regreso con una clara finalidad: hacer fuerza contra el gobierno de Bush y de cara a las nuevas elecciones. El retorno de Rage es a la vez, el stand-by temporal de Audioslave, que a su manera continuaron también el mensaje y legado de esta gran formación de los noventa (qué más claro que su histórica presentación en Cuba), pero sin alcanzar la crudeza y credibilidad que única y exclusivamente puede aportar el gran frontman Zach De La Rocha, quien en los pasados siete años, fuera de Rage, no llegó a destacar mucho que digamos.
RATM fue después de Nirvana, la banda más popular del espectro alternativo en la década pasada y su propuesta; la fusión de los sonidos hard rock de los setenta (influencias de MC5, Zeppelin, Black Sabbath y Van Halen, entre otros), con el hip-hop, funk y desbordante actitud punk, anti-establishment, contestaria e inconformista, aunque con sentido, es resultado del encuentro y a la vez complemento entre el colega Tom Morello (cientista político) y el revolucionario Zach De La Rocha, chicano de orígen, que encarna la relidad de muchos latinos-norteamericanos y aquel lado "no feliz" de la sociedad gringa, con todo el flagelo de la pobreza, el racismo y los muchos problemas de integración y valoración social persistentes.
De la Rocha es uno de los músicos más influyentes en alzar la voz a favor del respeto de los derechos fundamentales en el mundo y se comió con zapatos la franca pasividad de tipos como Sting o el patético de Bono (U2).
RATM - Testify (En Vivo, 2007)
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