El día que Sebastian Bach opacó a Axl Rose en el Arena Santiago

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Prácticamente no hay sujeto de mi generación, identificado con el rock, que haya pasado por alto la explosiva música de Guns N' Roses y Skid Row, dos agrupaciones ochenteras enmarcadas en el sonido, actitud y parafernalia de aquel movimiento que en la década dorada de MTV fue conocido bajo el nombre de hair metal (glam-metal, pop metal, sleaze, cock-rock, etcétera), variante virulenta y comercial del rock duro que se nutrió de la pompa de New York Dolls y Slade, las baladas de Nazareth y Kiss, el clishé y los riffs de AC/DC, Rolling Stones o Aerosmith y en ocasiones también de la actitud más "peligrosa" de los Sex Pistols.

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Era la música que me hacía ilusión a los 14 o 15 años y que con el tiempo (por fortuna) no me convirtió en un nostálgico, probablemente porque en el momento que le tomé sentido, este tipo de bandas había caído hace tiempo en el ocaso y por otra parte, debido a que mis gustos en el metal/hard rock van definitivamente por otro lado.

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Como sea, el día que me enteré que Guns N' Roses (o mejor dicho: Axl y su combo) se estarían presentando en Santiago, no me provocó ni la más mínimas ganas de estar ahí, al principio se habló de Jane's Addiction como teloneros y esa noticia me motivó bastante más, pero finalmente terminó teloneando la banda de Sebastian Bach y aunque no me considero para nada un abanderado de su música, no puedo negar que es un verdadero capo, al que por lo demás siempre consideré superior a Axl Rose y el tiempo, me sigue dando la razón. De haber pagado mi entrada, me hubiera ido conforme con ver sólo la apertura, la indignante ventana de 2 horas que siguió después para dar paso a una banda parchada cuyo vocalista canta menos que yo en la ducha, fue una verdadera falta de respeto. Axl bajó de su jet privado al tiempo que el ex-frontman de Skid Row ya había dado por finalizado el show.

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¿Qué cresta se cree Axl Rose?, es una conocida costumbre la de este músico de 48 años el hecho de presentarse al público como si ellos se debieran a él y no fuera al revés. Este desagradable y añejo "rockstar" que alguna vez se consideró el legítimo continuador de Freddie Mercury y Robert Plant, carece de toda la humildad y el profesionalismo de los grandes. Si hace 18 años el pobre diablo hubiera hecho esperar al público del nacional, era más probable que se justificara debido a que la banda estaba en el pic de popularidad, con todos sus integrantes originales y al hecho no menor de que pocos espectáculos de esta altura consideraron presentarse en nuestro país, y para entónces el egocéntrico y estridente vocalista amenazó más de una vez con dejar la presentación a medias. Actualmente nada justifica el desagrabio, la banda es un parche, su lider un fantasma y el álbum que promociona la gira, un verdadero asco.

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Es probable que hasta los chuscos de Kilterry aportaran mejor música que los actuales Guns N' Roses a este concierto del día sábado y por fortuna, Sebastian Bach y su banda salvaron bastante la situación orientados a entregar un verdadero show, que según tengo entendido fue bastante excelso, rememorando los clásicos de Skid Row y repasando temas del último álbum de Bach: Angel Down. Ojalá Axl Rose se contagiara un poco del profesionalismo de su colega, o dejara de pensar que su talante indiferente hacia el incondicional público, es lo que le da divisas y lo ha convertido en mito. El más patético de los rockstars ochenteros o el más venido a menos de todos los tiempos, son las únicas dos marcas que se va a llevar a la tumba nuestro amigo. No me arrepiento de haber salvaguardado mi billetera ese día.