lunes, 16 de noviembre de 2009

La misma historia de siempre: "Todo por una mujer"

Lo dijo el propio Neruda en su poema 20: "...Es tan corto el amor y tan largo el olvido..." y es que el amor es quizás el más duro de los sentimientos humanos, el corazón es muy grande para amar y mientras se ama (y se es correspondido) todo el mundo cobra color, la existencia se siente más llevadera y atractiva, pero aquel sentimiento es frágil y puede volcarse también en los matices más trastornados y patéticos: celos, desamor, odio...
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No puedo hablar en nombre de todo mundo, tan sólo expresar mi visión de género y relativo a la misma creo que no debe faltar sujeto en el mundo que no haya pensado alguna vez lo siguiente: "mujeres hay muchas, ¿Por qué complicarse la vida con una sola?". Es evidente que razones para repetirnos y tratar de digerir dicha muletilla hay muchas: cuando no las entendemos, cuando nos ocultan sus verdaderos sentimientos, sus repentinos e impredecibles cambios de ánimo, lo explosivo de sus celos, etcétera. Pero como dije anteriormente, esa es tan sólo una muletilla... puede que haya muchas, pero tan sólo elegimos a una, es una sóla la que capta nuestra atención en un determinado momento y nos vuelve locos y nos hace perder la cabeza, hacer las cosas más estúpidas, anómalas e increíbles, esas que miramos atrás con cierta verguenza y antipatía.

Es claro que sin las mujeres nada valdría la pena, no tendría sentido vivir. Hace 12 años conocí el heavy metal y en principio no me gustaba aquella música, sólo le tome sentido cuando una chica de mi colegio (que amaba en ese momento) me acercó la música de Ozzy Osbourne y de ahí un salto a mi vieja escuela. 12 años después aquí mismo sigo, la chica qué tiempo que se fué, pero el metal quedó en su recuerdo... y la adoctrinación me temo que en algunos casos también fué al revés, ciertas chicas con las que anduve quedaron prendadas del heavy metal y aunque sea no muy difícil evolucionar de Bryan Adams a Tesla o de James Blunt a Michael Kiske, en otros casos los cambios fueron más radicales y me siento extrañamente complacido por lo mismo.
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Sea en la música que sea, el amor y la mujer siempre han sido una gran fuente de inspiración, y para el mundo del metal, contrario a lo que muchos piensan: esa concepción no es absolutamente misógena (algo común en los ochenta de la mano de Mötley Crüe y las bandas del llamado "cock rock") y hasta resulta curioso que en reiteradas ocasiones sean bandas de los géneros más extremos, las que destellan un mayor ímpetu pasional en sus letras, por lo general hacia el poético desamor, algo común entre exponentes del doom y gothic metal.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
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(Mario Benedetti)

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