Entre las muchas críticas formuladas contra el rock duro de los ochenta o glam-metal, las que más destacan siempre han sido aquellas que tienen que ver con su exacerbado misogenismo y la falta de contenido en las líricas, casi siempre estimuladas por el entónces ideal de vida de los jóvenes americanos: vivir entre excesos y disfrutar la riqueza y los placeres mundanos hasta el fin de los días.
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Fue el grunge que con su existencialismo y crítica social impregnada en canciones emblemáticas, vino a echar por la borda todo el bluff y la imaginería que el rock había tejido desde los tiempos de Bowie, Sweet, Queen o Kiss y llegó aparejado de una atmósfera más sabbática o zeppeliana, combinada con una admiración transversal en todas las bandas, por el rock de los sesenta y por lo contestatario de los hippies. Tomando como referente de un nuevo Vietnam, a la guerra del Golfo de comienzos de los años noventa.
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Sin embargo es injusto suponer que el espíritu crítico que movió al grunge y al rock de los noventa en general, estuvo del todo ausente en las reflexiones y en la forma de ver la vida de los grupos y artistas ochenteros. Al contrario, como aclararía Blackie Lawless de W.A.S.P., toda la parafernalia de aquella década y la dureza de la música y actitud de entónces, apuntó también a manifestar descontento y a la búsqueda de una identidad nueva, vía alternativa a la realidad despreciada: el gobierno de Reagan, la estupidéz de la guerra fría (en su última década), las consignas estatales, el Tío Sam, etcétera.
La música tenía un trasfondo de liberación y su lucha más inmediata fué en contra de un órden conservador y ultra-religioso, en el que muchos padres y la misma Iglesia (pentecostales, católicos, etcétera) atacaron al rock, recibiendo en respuesta la defenza de íconos como Frank Zappa y Dee Snider. De ahí que I Wanna Rock sea más que un clásico de rock, todo un mensaje.
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Pues bien, no se puede desconocer hoy que los ochenta fueron significativos en muchos sentidos, tanto en aspectos políticos y de orden social, dentro de los cuales la música cumple un rol fundamental. Que Jon Bongiovi o Blackie Lawless se hayan vuelto fervientes activistas de la política liberal americana no es simple coincidencia, ellos a quienes siempre se criticó por hacer una música vacía y sin sentido, guardaban a sus espaldas sus propias ideas y utopías.
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De la misma manera no debiera extrañar a nadie, el cúmulo de pensamientos, vivencias y reflexiones críticas y autocríticas que un rockero de la llamada década plástica del rock (los ochenta), como es Matt Kramer de Saigon Kick, manifiesta en su An American Profit, publicado el 2007. Este, un libro de poemas e ideas aparentemente inconexas que sintetizan desde el punto de vista de un músico maduro, que ya ha conocido el éxito y lo efimero de la fama, toda una perspectiva personal de la sociedad americana.
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Como define el mismo Kramer, todo lo expresado en An American Profit (un americano beneficiado), son los sentimientos de un músico maduro que vive en un país distinto al del sueño americano y que ya no comparte mucho de la esencia del jóven que solía ser a principios de los noventa, cuando triunfó con Saigon Kick y tuvo el mundo a sus pies.
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El mundo se presenta más resuelto, pero mucho más complejo a medida que uno envejece. Eso es lo que viene a recalcar la colección de Kramer, poemas de un rockero, pero con motivación de crítico, de ciudadano americano poco impresionado que busca expresarse más allá de una canción. Un escrito altamente recomendable, aunque por el momento sólo disponible en inglés.
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Poem is on the way
2 comentarios:
Me gustan saigon kick solo en la etapa de kramer..hacian un rock de puta madre con canciones inteligentes y muchas poemas sonoros...voy a ir por el libro a ver que tal, me agrada mucho leer lo que se aventuran a escribir los rockeros y asi he leido articulos de kk downing, bruce kulick, pero nunca la poesia de nadie.
Hola Amauri, yo no soy gran fan de Saigon Kick, aunque los valoro tremendamente por haber pretendido continuar el legado de la década anterior en términos musicales, contra todas las modas emergentes como el grunge (el nuevo hard rock de entónces), el rock industrial y la mùsica alternativa. Además fue de los pocos grupos que logró exito junto a Firehouse y Love/Hate.
Indudable que Matt Kramer no pudo sacar a flote todo su potencial porque las nuevas tendencias no le favorecieron en nada, aunque es de los pocos tipos que transmiten cordura en el rock y eso también yo lo percibo en las canciones más maduras de Winger. El glam-metal hoy está subvalorado por la mala fama que muchos grupos le dieron, pero hay ejemplos como el de Matt que son muy destacables.
Yo si recomiendo el libro, aunque por mi falta de expertice en el inglés aún no lo termino de leer.
SALU2
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