I Get Wet de Andrew W.K., es uno de los primeros clásicos de la década en curso y la máxima representación del silencioso estallido, que algunos ingenuamente supusimos, sería la resurrección de la vieja escuela ochentera del hard rock, recuperando toda la algarabía y excesos del glam-metal, junto con actualizar la siempre divertida postura, el riffage y el groove de clásicos como AC/DC, Twisted Sister y Kiss.
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Cuando nos invadió la avalancha W.K. a fines del 2000, lo hizo a lo grande, desde el cetro de la música comercial (MTV), logrando porfín que la gente se desprendiera un poco de esa lógica contaminada del rock moderno, que por aquellos años giraba en torno a mamoncitas bandas de punk post-Green Day, los coletazos finales del nü metal, el sempiterno post-grunge y los inicios del retro rock más comercial a manos de grupos como White Stripes y The Strokes. Porfín el rock 'n' roll volvía a sonar en todo su esplendor y quien lo hacía posíble era un tipo gigantón semi parecido a Rob Zombie (hasta en la voz), que se hacía acompañar en escena por veteranos de la música electrónica y del metal, entre ellos el batero de Obituary.
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El mismo Andrew W.K. se presentó como una especie de Meat Loaf, su propuesta no carecía de buen gusto y el tipo resultaba ser también un virtuoso del piano y excelso en todo tipo de teclados, conformando con sus amigos los músicos, una rarífica pompa entre matices de rock progresivo, pop, punk, heavy metal, rock alternativo, hard rock, etcétera. Todo mezclado con altas cuotas de humor y una tendencia a reírse de los viejos rockeros.- Eso en principio era la música de este marciano llamado Andrew W.K.
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I Get Wet fue el hito, la confirmación de que el rock 'n' roll, tal como lo conciben los rockeros de vieja guardia (algo más ligado a la tradición de grupos como The Ramones y AC/DC), no había muerto y podría arrasar con fuerza toda una generación de música plástica. En parte eso se logró, pero al siguiente disco: The Wolf del 2003, ya se había perdido la magia revolucionaria de esta música y al tercero, Close Calls With Brick Walls, ya no tenían ninguna gracia. Andrew W.K. quedaron congelados en el tiempo.
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Sin embargo I Get Wet pasaría a la inmortalidad del hard rock, con toda su configuración de energía esquizofrénica, rabiosa diversión y emotividad, como si a Cannibal Corpse les diera por hacer versiones de Poison o a Slayer por hacer covers de los ochenta. Temas como Party Hard, I Love NYC, It's Time To Party, She Is Beautiful y Fun Night, dejaron un buen recuerdo y la sensación de haber presenciado una de las mejores etapas del rock en esta década, por más que fuera algo enteramente fugaz.
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El rock muchas veces puede elevar pancartas, criticar el entorno, ser existencialista, un tanto oscuro y hasta depresivo, pero con todo derecho es también diversión y Andrew W.K. nos lo vino a recordar, para que cada vez que destapemos una cerveza, nos dispongamos hacerlo en buena ley y no con ánimos corta venas, más amenos a la música de Alice In Chains o de Type O' Negative, como se nos había hecho costumbre.
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El himno Party Hard (en vivo)
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