Como el mejor concierto en todo lo que va de mi existencia y probablemente el mejor al que asista jamás, quedó inmortalizada en mi memoria la fiesta que Queen + Paul Rodgers y asociados nos dieron el pasado miércoles 19 de noviembre en el San Carlos de Apoquindo.
El actual power trío y sus músicos de apoyo hicieron vibrar un San Carlos a 2/3 de capacidad en base a buenas versiones de Queen. Una temprana inyección de adrenalina en el ruidoso heavy rock de "Hammer To Fall/Tie Your Mother Down" de la apertura, seguido de un habitual paseo por las lides del pop/rock y clásicos absolutos que todo mundo -hasta el más metalero- esperaba escuchar, tales como "Another One Bites The Dust" y "I Want To Break Free", como también algunas sorpresas agradables (al menos para mí) en la voz de Paul Rodgers y una versión alternativa del "A Kind Of Magic", en pista pregrabada, con el imperfectible protagonismo de Roger Taylor y los coros de Brian May. Simplemente FABULOSO.
Los primeros riffs de una instrumental "Bijou", cantada "desde el más allá" por el impar Freddie Mercury, fue el interludio más emocionante de la noche, y no puedo negar que estuve apunto de "soltar el wacho" con las imágenes de apoyo. Un hermoso tema que no había sonado en ningún bootleg, ni tampoco en los DVD's de Return Of The Champions o en el Super Live In Japan. Finalmente las lágrimas tenían que llegar tarde o temprano y naturalmente eso ocurrió más hacia el cierre.
Es verdad que hubo cierto guateo en los temas del Cosmos Rocks (por Dios que disco más malo), pero todo volvió al curso de la perfección con el tracklist más legendario de la banda, algo que -perdonando la mención literaria- me hizo recordar las reflexiones de Herman Hesse sobre los inmortales en el Lobo Estepario. Y es que lo mismo que Mozart es inmortal para la música docta, Queen lo será por siempre para el rock y esa inmortalidad es producto del carisma indeleble de un semi-Dios llamado Freddie Mercury.
Obviamente estoy hablando de las obras magistrales de Queen: "The Show Must Go On", "Bohemian Rhapsody" y los himnos de estadio "We Will Rock You/We Are The Champions", además de la guinda de la torta... la acostumbrada y magistral despedida a lo británico con "God Save The Queen".
En concecuencia los asistentes, sé que tendrán presente este concierto de por vida. Y tal como alguna vez lo comprobé con la visita de Iron Butterfly hace unos cuantos años; el buen rock es algo transgeneracional, capaz de congregar a miles de personas totalmente diferentes (en edad y tendencias) en un sólo canto, en una misma actitud y fiesta... conformando una especie de alma colectiva, guiada por el culto a los grandes músicos.
Así y todo la visita de Queen en Chile provocó mucho menos espectación que la de músicos como Madonna o el más patético Luis Miguel. En parte eso me alegra, porque si bien y sin exepción, a todos les atrae algo la música de Queen, "queeneros" se puede decir que somos muy pocos -más que simples apasionados, casi unos fundamentalistas- y ese amor por Queen, es algo que supera todas nuestras identidades, seas metalero, amante del rock, nostálgico de los ochenta, revivalista de vieja escuela o simplemente un queenero por excelencia.
Para nosotros Queen lo es todo y tras los destellos de energía vividos en el San Carlos, podemos estar más que seguros de que al menos en un par de años Queen y Paul Rodgers volverán.
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