lunes, 27 de abril de 2009

Que triste sería mi vida sin el rock 'n' roll

Cada vez que lo pienso, se me hace más patente la sentencia: "el rock no es simple música, sino todo un estílo de vida" y quien pretenda demostrar que esto es sólo un cliché (bastante viejo por lo demás), no ha estado en los zapatos del amante incondicional, de aquellos tantos que más que pasar buenos momentos con esta música maravillosa y necesariamente estruendosa, la han incorporado a su vida de manera indeleble, como una especie de tatuaje espiritual; una droga más fuerte que cualquier otra y que impera meter al cuerpo en grandes dósis para no morir en la letanía de los días normales.
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Para lo que ha sido el desarrollo de mi vida, considero que tuve la suerte de estar inmerso ya tempranamente en un clima de rock & roll, propiciado por los discos de Led Zeppelin, Queen, Pink Floyd y hasta de Los Prisioneros, entre muchos otros grupos que mi tío (un adolescente de los primeros ochenta) escuchaba a todo volumen y por lo general en la compañía de sus múltiples minitas, que a mi juicio eran verdaderas diosas. Viéndolo en retrospectiva, pienso que era imposíble que no me gustara el rock, si ya desde un primer momento lo asocié con la vida simple, libre y fascinante que llevaba ese loco de 17 años que se convirtió con el tiempo en una de mis principales referencias.
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Después llegaron "los años oscuros", primera parte de los noventa, en que ya perdido de vista mi tío y su eterno repertorio de los 70' y 80', uno como pendejo se acerca al mainstream y comienza a escuchar la música que más suena en los medios o la que por lo general escuchan tus amigos del colegio y fue así como en estos "años oscuros" estuve totalmente perdido y sin ningún hilo genérico, picoteando desde el grunge a la música de Coolio y peligrando sobremanera con mierdas como Pet Shop Boys, las Spice Girls y Maná... en pocas palabras: cero sentido de la música.
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Afortunadamente años después y haciendo honores a mi vieja escuela, recuperé el tiempo perdido en los años oscuros y esa primera luz, el impulso magistal, fue la discografía de Queen que completé a los 12 años, de ahí me di un buen tiempo por satisfecho ya que no escuchaba otra cosa que no fuera la música de Queen, ese compendio de genialidad y multiplicidad estilística al que agradeceré toda la vida el haberme mostrado casi todo en términos musicales, desde el más accesible pop/rock al original heavy metal, música a la que en un primer momento aborrecí y que no comprendí, pero que más tarde se convirtió en mi género particular, ya que prácticamente (salvo algunos flirteos con el flamenco y el blues) metal es lo único que escucho.
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A los 13 o 14 años tuve mi primer contacto con amigos metaleros que hasta el día de hoy (más de una década después) siguen siendo fieles al género. Curioso es que en aquel tiempo todas las bandas que valorabamos eran metidas al mismo saco y nadie hacía diferencia entre escuchar los discos de AC/DC, de los de Manowar o los de Cryptosy, no se hablaba de death metal, ni de power metal, ni de hard rock, ni de metal progresivo, etcétera. El único sello que mandaba era el METAL y tenías dos opciones: o lo eras fiel o eras un simple posero... con el tiempo, los poseros cayeron por su propio peso, tratando de sobrevivir no sé a qué, los metaleros en cambio aquí seguimos: escribiendo bitácoras, hablando de bandas, de discos, de recuerdos y tomando al ritmo de las mismas canciones de antaño: las de Accept, las de Maiden, las de Sabbath, Zeppelin, Metallica, etcétera. El tiempo para nosotros se congeló y probablemente esta pasión sigue viva porque nos recuerda los buenos años que no volverán, pero que a la vez están más vigentes que nunca en nuestras mentes, sentimientos y actitudes, resistiendose a morir todas las veces que rotan nuestros viejos discos y agresivos riffs retumban nuevamente en las ventanas.
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Si un día para otro, pudieran borrar de la historia al rock 'n' roll, un gran vacío quedaría en mi existencia, ya no habría registro de momentos que me marcaron de por vida, experiencias engrandecedoras y también tristes, como rompimientos, desamor y muertes que ahogé una y otra vez con esta, mi música. Hay tantas canciones a las que atribuyo un significado especial, porque cubrieron pequeños fragmentos de mi propia vida, a las que como un álbum de fotos cualquiera asisto una y otra vez para reconstruír mi historia, mi identidad.
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Para algunos el rock lo es todo, para mi sin embargo lo es, pero no en todas sus manifestaciones. Requisitos fundamentales: el estruendo, la actitud y el groove, mismos que valen tanto para una balada de Scorpions como para la carnicería de Cannibal Corpse. Con esos parámetros en mente, en los laberintos del heavy rock penetré un día por simple curiosidad, sin saber que me llevaría toda una vida metido ahí... ahora me imagino 30 años en el futuro, viejo y decrépito, pero buen conocedor de la cuantía del tiempo, congelando el pasado en medio centenar de discos, la misma música de los 15, de los 20, de los 25 y si la vida de mi se compadece: hasta de los 60 años y más.
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METAL IS FOREVER!!
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MSG - Rock Will Never Die

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Primal Fear - Metal Is Forever

1 comentario:

metalgirl dijo...

mas claro ni el agua, totalmente de acuerdo, en serio que tu blog esta de lujo

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