Liberalism, Individualism and Heavy Metal es un ensayo interesante hecho por Andrew Kemp y que analiza de forma ostensible al rock metálico y la figura del metalhead desde los catalejos del liberalismo clásico, relacionando el mensaje de la música y la actitud de sus fieles con la amplia autonomía y libertad que sólo el liberalismo es capáz de concebir en la persona humana, más allá de toda filosofía e ideología de matices político-materialistas.
Desde la perspectiva de Kemp, en el campo de las ideas, el heavy metal se aleja completamente de la mayoría de los estílos musicales e inclúso de una mayor parte de los subgéneros del rock. Y los ejemplos surgen a la vista: el folk y el rock de los sesenta en general abarcan un espectro de izquierda, izquierda verde e izquierda progresista, mientras que a estílos más suburbanos como el punk se les reconoce en la utopía de la anarquía y la movilización social. Por su parte el metal encarna desde sus inicios una actitud mucho menos colectivizante y profundamente individualista, que concuerda en la visión de Kemp, inclúso con las ideas más desarrolladas del objetivismo randiano.
El metalhead original (norteamericano y europeo) es reconocido por su desapego social, lo que les genera en el inconsciente colectivo el inmediato prejuicio de "antisocial", esto sin embargo está lejos de ser un simple prejuicio y se refleja en la realidad de múltiples formas, una de las más importantes: la apatía política y en particular, apatía hacia las clases políticas, así mismo desconfianza hacia la Iglesia (más allá de una cuestión de fe) y otras instituciones que promueven o pretenden imponer ideas "vox populi". La simbología en el metal también posee un claro trasfondo liberal; la necesidad de marcar distancia con los convencionalismos sociales, lo que también es patente en gente movida por la imaginería anárquica.
Sin embargo la casta metalera norteamericana y británica está lejos de legitimar la anarquía (aunque las excepciones existen, particularmente entre crossovers y thrashers) y en caso de acercarse a la misma, vendrían a ser una especie de anarco-capitalistas, es decir una evolución dinámica y extrema del liberalismo que en lugar de optar por la reducción del Estado, propone su más radical disolución, basándose siempre en la idea de que el individuo es autovalente y posee una capacidad mayor de compromiso y desenvolvimiento, por lo que el Estado vendría a ser un factor que cohibe. Por tanto, se subentiende una mayor conformidad del metalhead con la globalización, el cosmopolitismo y desde ahí, la defenza de una igualdad concreta entre individuos de distintas razas que componen hoy el crisol de sociedades occidentales avanzadas (la llamada hermandad metalera), esto último en base a la primacía de códigos culturales comunes. Fiel reflejo de ello, son Nueva York y otras tantas metrópolis del rock, desde siempre el épicentro de bandas que catapultaron al éxito a músicos de descendencia extrangera (italiana, irlandesa, cubana, judía, árabe, asiática, rusa... o mixta).
La percepción anterior decae definitivamente, con ideas de orden nacional socialistas que se han hecho presentes en ciertos subgéneros como el black metal desarrollado en países como Islandia, Noruega, Holanda, Alemania, Suecia y Dinamarca, que reviven y exaltan el pangermanismo, o por otro lado, la defenza del sionismo en ciertos grupos israelíes, igualmente matizada con preceptos racistas.
Una reflexión sobre sexismo y concepción de una vida 100% materialista, fundada en la búsqueda de éxito y sobretodo del dinero que hace posíble concretar espectativas y es reflejo concreto del autodesarrollo, son expresión pura del "libertarianismo" gringo: una legitimación popular e idealista de los conceptos liberales. El sexismo y el capitalismo pro sueño americano (esperanza popular por alcanzar el éxito) es algo que estuvo muy presente en grupos de la era glam-metal.
La concepción de satanismo en el metal, fue en un principio algo tan instrumental como las ideas de Mijail Bakunin sobre el demonio, reconociéndolo como el primer librepensador capaz de desafiar la voz autoritaria de la Iglesia y otras instituciones que canalizan la dominación. Posteriormente fue involucionando, al punto que hoy miles de retrasados mentales relacionan heavy metal con santanismo y lo peor de todo, ellos mismos se creen satánicos (CUECK!!!), desde el punto de vista del metalhead original, una cruz invertida, vestirse de negro o lanzar pintura roja emulando sangre en los escenarios, no era un sinónimo de satanismo, más bien otra forma de expresar el individualismo (impulsivo) y la premisa liberal de que es el ser humano el que marca la diferencia, no las sociedades que lo condicionan.
Desde luego, muchas de estas ideas las van encontrar en el texto linkeado (en inglés lamentablemente), pero otras hace tiempo vienen brotando del lado oscuro de mi mente y en forma de reflexiones personales, no en vano yo no reniego de mi individualismo y al contrario, me siento orgulloso del mismo.
4 comentarios:
Hey, excelente artículo. Es la clase de lectura que debería hacer todo buen metalero de vez en cuando, para que adquiera más perspectiva acerca de sus gustos, y hasta de su estilo de vida. Yo siempre me consideraré metalero en esencia, aunque escuche otros tipos de música (de hecho, al escribir esto escucho Steely Dan :-P), y aunque no me vista con la indumentaria del género. Para mí es más una forma de ver la vida, y pues precisamente eso expone el ensayo que referencias aquí. Saludos y sigamos educando y culturizando a los nuestros para que no se queden sólo en la apariencia!
Hola David. Es muy cierto lo que dices, yo también soy de la opinión de que la música más que una entretención pasajera, en un punto se integra a la vida de las personas y representa su sentir, su historia, realidad y su propia e intransferible visión del mundo.
Concuerdo mucho contigo en lo de la indumentaria, yo por lo general rechazo "disfrazarme" de metalero y salir a la calle a encarle al mundo la música que escucho, no es mi forma de vestir, no la que me acomoda y la verdad no creo que al mundo le interese en lo más minimo jeje, aunque sí acumulé en un tiempo algunas poleras con logos de bandas, pero la verdad las teminé ocupando en la intimidad del hogar.
SALU2 amigo
Yo no soy metalero, soy liberal y libertario!!!...me parece muy interesante la analogía que se hace entre la música y un ideal político filosófico que comparto. Yo digo que aquella gente como Paul Gillman, que mezcla algo como el heavy metal con el socialismo está bastante errada.
Hola
No conocía este blog. Me parece un gran trabajo!
Te enlazo en vivapuluba!
Salu2
Publicar un comentario