A mi perro Nerón (04/02/98 - 28/10/09)
Deseo ser como tú, un alma tan libre y tan pura que me enseñó la simpleza de ser felíz... siempre dispuesto a dar y recibir cariño, esperando por jugar y compartir.
Tengo tanto que agradecerte en tu partida, hay tanto por lo que voy a recordarte, experiencias por las que jamás podré olvidarte. Me enseñaste mucho más de lo que yo pude darte.
Fuiste sabio e inteligente, tremendamente bueno y compasivo. Gracias por tu amistad sin condiciones, tu cariño sin limitaciones, tu bondad y pureza sin comparaciones.
Tu cuerpo volverá a la tierra, pero parte de tu alma siempre estará junto a nosotros, velándonos, amándonos y fortaleciéndonos.
Si Dios siempre vivió en tí, latiendo en tu corazón, en cada segundo de tus hermosos once años, no entiendo porqué no irías tú a vivir por siempre junto a él, en las grandes alturas, en el universo sin forma ni tiempo.
Te recordaré por siempre querido amigo y rogaré hasta el fín por el día en que pueda volver a escuchar tus ladridos y juegue nuevamente contigo; corriendo, escondiéndome, saltando, volviendo a ser niño.
Hasta siempre y gracias, gracias por enseñarme el verdadero valor de la existencia: amor, entrega, amistad, simpleza...