Según un estudio de la Academia de Pediatras de Estados Unidos, los adolescentes que escuchan música rock a alto volúmen y con auriculares, tendrían doble probabilidad de tornarse consumidores de droga (puntualmente, Marihuana). Así mismo, aquellos que asisten con regularidad a clubes, tocatas, conciertos y demás, llegarían a multiplicar hasta en seis veces dicha probabilidad en relación a los jovencitos y jovencitas abstemios o que se excluyen de tales divertimentos.
Al parecer, el simple acto de escuchar música en el umbral de los 90 dB durante una hora al día, además de afectar la salud auditiva, podría producir trastornos del ánimo como paranoias, depresión, soledad, aislamiento, enojo, miedo, etcétera, todo lo cual acarrería como reflejo actitudes compulsivas hacia el alcohol o las drogas.
Naturalmente, no es nuestro fin desacreditar ni menos aún avalar ciegamente tal estudio, sólo nos parece interesante compartirlo y que cada cual desprenda sus propias conclusiones. Cabe eso sí agregar que todo exceso produce un deterioro, inclúso el de aquellas cosas que son naturalmente buenas como el agua, el ejercicio o inclúso el sexo. Nos parece sin embargo bastante discutible la liviandad con que el pseudo-estudio relaciona una variable común (la pasión por la música) con una realidad compleja como es el consumo de drogas, achacable por lo demás a otra decena de variables (culturales, psicológicas, familiares y sociales) igualmente complejas. Sin ir más lejos muchos de nosotros somos locos por el metal desde hace décadas y las drogas no son ni nunca fueron tema. Contrario además de lo que apunta el estudio, ha sido siempre esta música una fuente de motivación tremenda frente a los pormenores de la vida, más en ningún caso un factor desestabilizador de emociones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario