miércoles, 7 de octubre de 2020

El rock perdió a una de sus máximas leyendas


En un año en extremo complejo y extraño, la muerte de icónicos músicos como Neil Pert (Rush), Lee Kerslake (UFO), Frankie Banali (Quiet Riot) y el impar Eddie Van Halen se recibe con particular congoja. Desde hace unos 10 años el mundo del rock duro y del heavy metal ha comenzado a despedir a sus veteranos ídolos en una progresión natural que inició con las pérdidas de Ronnie James Dio y Gary Moore y continuará irrevocablemente hasta dentro de pocos años, liquidando a una generación dorada de músicos que hizo historia entre las décadas de los '70 y '80, cambiando para siempre la forma de entender e interactuar con la música, gestando además nuevos patrones culturales y contraculturales que hoy pudieran parecer un tanto rudimentarios. 

No es posible repasar el monumental legado de Eddie Van Halen en unas pocas líneas, sobra decir que el virtuoso músico y compositor norteamericano fue el arquetipo del guitarrista metalero que señaló el camino a una variopinta generación venidera que replicaron sus riffs desde los  empalagosos esquemas del hair metal al abrasivo virtuosismo del thrash, pasando por el más complejo rock instrumental y el despliegue shred de sus naturales discipulos Joe Satriani, Steve Vai e Yngwie Malmsteen. Ni siquiera el rock alternativo que pretendió sepultar el culto a los héroes de la guitarra, pudo sortear las influencias de Eddie Van Halen, y muestra de ello es que su inspiración es palpable en músicos de la vena más metálica como Jerry Cantrell (Alice In Chains), Billy Corgan (Smashing Pumpkins), Jim Martin (Faith No  More), Dave Navarro (Janes Addiction, RHCP) o Tom Morello (Rage Against The Machine, Audioslave).

Nacidos en Amsterdam, pero radicados desde temprana edad en California, hijos de padre holandés y de madre javanesa, Eddie Van Halen y su hermano Alex encarnan las virtudes del interculturalismo, fenómeno indisociable del rock 'n roll. Inspirado en guitarristas de una generación anterior como Eric Clapton, Allan Holdsworth, Tommy Bolin, Leslie West, Mark Farner y sobre todo: Jimi Hendrix, Jimmy Page y Tony Iommi, Eddie Van Halen aunó los sonidos más eléctricos del rock setentero y los combinó con la velocidad y dinamismo de su también imprescindible influencia: Dick Dale, llevando los sonidos del hard rock al siguiente nivel. De la mano del grandísmo frontman David Lee Roth y ulteriormente Sammy Hagar, Van Halen incorporó además la estética festiva del glam y la dinámica del rock de estadio al punto de convertirse en una de las bandas más aclamadas del rock, en la línea de grupos como Queen, KISS y AC/DC.

Una decena de álbumes de estudio entre 1978 y 1998, con un memorable reencuentro junto a David Lee Roth en 2012, además de connotadas contribuciones con Michael Jackson ("Beat It"), Brian May ("Star Fleet Project") y Roger Waters ("Lost Boys Calling") y la cualidad innovadora de ser una de las primeras bandas en acortar distancias entre el hard rock/metal y el synthpop (resultado del cual devino el himno de himnos: "Jump" del imprescindible álbum 1984) concretan el impecable legado del músico que ayer 6 de octubre partió en su última gira, directo hacia el Olimpo aquejado por un cáncer con el que venía conviviendo hacia décadas. Su música estará por siempre con nosotros.


















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